Indumentaria valenciana del siglo XVIII

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Voy a explicar el nacimiento de la industria sedera en Valencia.

Desde el siglo VII al siglo XI, Valencia forma parte del mundo árabe, donde se producían las mejores sedas. Los árabes fueron grandes artesanos en la obtención de la seda. Como en el levante el clima acompañaba hicieron grandes plantaciones de moreras, alimento del gusano de la seda. Cuando los cristianos conquistaron el Reino de Valencia recogieron esta industria como herencia de incalculable valor.


Valencia junto a Almería, Granada y Sevilla, producían las telas más bellas, sobre todo después de la aparición de telares de lazos y lanzaderas. Es entonces cuando llegan los espolines, muy estimados; los velluts, es decir, terciopelos y pana, y los brocados con hilos de oro y plata.
En el siglo XV, siglo de oro del Reino de Valencia, siendo Valencia la capital del Reino de Aragón se convierte en potencia marítima, cultural y económica, sus productos, muy apreciados recorren toda Europa desde el Mediterráneo.

Tanto es el volumen de negocio que en 1483 se construye la Lonja de la Seda, Patrimonio de la Humanidad, para controlar y dirigir el floreciente comercio sedero.

Es en este momento también cuando el Gremio de Velluters crea el Colegio del Arte Mayor de la Seda en el año 1686. Tal es la importancia de la industria, con una producción de más de 50 millones de kilos, según las anotaciones de la época, que surgieron multitud de telares hasta en casas particulares.

La industria de la seda cayó en decadencia a principio del siglo XIX, debido a dos factores:

1. La revolución industrial.
2. Una gran epidemia que mermó la cantidad de gusanos de seda, y en consecuencia la producción sedera de Valencia.
A pesar de ello, sigue habiendo grandes maestros sederos en Valencia, por ejemplo, Vives y Marí, Alvaro Moliner, Rafael Catalá, Marín, entre otros.

LA INDUMENTARIA MASCULINA
Vamos a ver la ropa de hombre de dentro hacia fuera, haciendo hincapié en la camisa y las medias que hablaré de ellas de una forma conjunta, del hombre y la mujer, ya que son la misma cosa, con los detalles propios del sexo que señalaré convenientemente.

CAMISA:
Tanto en la indumentaria masculina como femenina, la camisa es una prenda amplia y sirve para las 24 horas del día, incluso para dormir.
Se confeccionan de una forma similar, con las diferencias en los detalles que denotan prenda masculina o femenina. El color siempre será blanco.
Se utiliza todo el ancho del telar en ambas prendas, las mangas largas para el hombre, y normalmente hasta el codo para la mujer, son un cuadrado de tela que si está bien confeccionado, una vez fruncidas han de quedar abollonadas, fruncidas en el hombro y recogidas en un puño con un cuadrado de tela bajo la axila para dar movilidad al brazo. Este cuadrado será de una tela más fuerte para que dure más. Las mangas, la tirilla y el cuello son de tela generalmente más fina que el resto de la camisa llamada tela de botiga.

La tela del tronco será toda de una pieza, es decir sin cortar en los hombros con una pieza de refuerzo. El cuello de la camisa de hombre tendrá 3 o 4 dedos de ancho, y la tela se recoge alrededor con frunces o pliegues con una pretina delantera para la abotonadura. Para la mujer con un escote generoso que se recoge bien con frunces, pliegues o con nido de abeja delante y detrás rematada con una tirilla de 2 – 3 centímetros a la que se le pone una puntilla, tanto en el escote como en el puño de la manga. Como en el hombre, también lleva una pretina para los botones y debajo se le bordan bien las iniciales o el clásico coret.

LAS MEDIAS:
Son usadas desde antiguo para cubrir las piernas. Desde el siglo XVI hasta el XVIII han ido evolucionando, ya que en un principio se hacían de tela, y es a partir del siglo XVIII cuando se empiezan a tejer de lana, hilo y para las clases acomodadas de seda y bordadas. Se tejen con 4 o 5 agujas para que no tengan costuras.

En un principio eran hasta la cintura y con el tiempo se cortan por la rodilla dejando la parte de abajo como media (de ahí su nombre) y la parte de arriba se usa como braga, se sujeta a la cintura con cintas.

El color más usado es el blanco, aunque no es raro encontrar ejemplares de colores como el rosa, amarillo o de rayas tanto para el hombre como para la mujer.

La época más importante de la media es el siglo XVIII ya que la mujer va acortando las faldas y enseña el zapato y el tobillo, de ahí que se empiezan a adornar, a bordarlas y a hacerlas con diferentes colores

Valencia es en este momento un centro muy importante de producción de medias, principalmente de color carmesí, muy apreciadas por la realeza europea y por las clases acomodadas.

He de hacer mención a la polaina, que con la misma estructura que la media, no tiene pié. Las hay con tira bajo pié y sin ella y se usan para el trabajo en el campo generalmente, al ir el pié descubierto, cuando hace frío se ponen un calcetín hasta los tobillos atados con cintas.

ZARAGÜELLS:
Esta prenda la usa tanto la gente acomodada como la gente del pueblo y siendo interior, acaba en muchas ocasiones por usarse como exterior para el trabajo por su comodidad.

Su anchura la determina el lugar, la comarca o la época, y está presente en todo el arco Mediterráneo, pensemos por ejemplo en los griegos, turcos, etc. que con pequeñas diferencias, llevan prendas parecidas. Se confecciona ancho, con costura delante y detrás y un cuadrado bajo la entrepierna para dar mayor movilidad. Se frunce por medio de una jareta a la que se pasa un cordón o cinta que saca las puntas por dos ojales delanteros, el largo es hasta la rodilla, incluso menos, y la tela será de material fuerte, lienzo, algodón o hilo en color blanco, en ocasiones se coloca encima del saragüell otra prenda de iguales características, pero en tela de abrigo, normalmente en color negro u oscuro (lana, pana, o similar) que recibe el nombre de negrilla. Con el tiempo, esta pieza se va estrechando, y con pequeñas modificaciones se convierte en el calzón.

CALZONES:
Cambia totalmente la estructura con referencia a la del saragüell, precursor del pantalón actual su confección difiere de este en detalles importantes. Lo explico, de la parte trasera y en la cintura se adelantan unas piezas que se abrochan delante. Detrás, y en el medio hay una abertura que se ajusta con cordones para ceñirse a la cintura. La parte delantera sube hasta la cintura tapando la trincha que he explicado antes, y esta pieza se abrocha en los costados. Como curiosidad, esta forma de calzón se ha usado en la marina española hasta hace relativamente poco tiempo. El largo es hasta la rodilla, y se ajusta y acopla con un cordón o botón, por debajo de esta. El color en el siglo XVIII es liso y oscuro y de tela fuerte, de color parecido al de la xupa.

Más adelante, en el siglo XIX se alargan hasta los tobillos, y la tendencia es que se admitan rallas, cuadros y color. La más grande evolución es el alargamiento del calzón hasta el pie, y la aparición de la bragueta, ya que hasta entonces apenas ha habido modificaciones.

CHOPETI:
Prenda que cubre desde los hombros hasta la cintura, acoplado al cuerpo, permite telas de multitud de calidades , colores y dibujos, puede llevar en su confección diferentes clases de tejidos, dejándose para los delanteros y-o las solapas la más vistosa o la de mejor calidad, y para la espalda la de menos.

Se confecciona de la siguiente manera: El cuello es una tira ancha de 3-4 centímetros las solapas son de forma triangular, resultado de doblar la parte superior del escote delantero. La botonadura es doble, con ojal y ojete para pasar cruzado el botón que en este siglo XVIII es normalmente de manzanita con el cierre de gemelo. Se coloca dentro del pantalón y sujeto con la faja. Con el tiempo, en el siglo XIX va desapareciendo el cuello ancho, cambiando por solapas o por una tirilla, y posteriormente, pierde ambas cosas y se convierte en el que conocemos actualmente sin solapa ni cuello desde el siglo XX.

LA JUPA:
Prenda que se confecciona con la misma estructura que el chopetí, con mangas ajustadas al brazo es estado de reposo, lo que conocemos actualmente como mangas de sastre. Pierde la botonadura porque no se abrocha, y si la conserva es para adorno. El tejido, como hemos dicho antes, será parecido a los calzones, aunque también en ocasiones lo podemos encontrar de otro color o calidad de tejido. Con pequeñas variaciones y en diferentes épocas la jupa puede ser casaca, media casaca, goyesca, con las mangas sujetas con cordones, etc.

LA FAJA:
Fundamental el uso de esta prenda, ya que además de sujetar los saragüells y los calzones se hace imprescindible en las pesadas tareas del campo para proteger la espalda y los riñones.

Es una tira larga de 25 -30 centímetros de ancha y con diferentes medidas de larga según la necesidad del usuario, El color puede ser desde el blanco hasta rayada pasando por toda una gama de colores, y de diferentes materiales, algodón, lana, seda, esta última para las clases más acomodadas. Para las tareas del campo, generalmente era de color negro.

EL PAÑUELO:
La cabeza la cubrían normalmente por el pañuelo, que servía indistintamente para el sol, para secarse el sudor, y cuando no estaban en el trabajo para el lucimiento personal. Son de lana, algodón, pita, seda y con diferentes formas y dibujos o estampados.

Según la fantasía de la persona que lo lleva, se lo ata de diferente forma, y así reciben diferentes nombres por la manera de atarse, de cúa, de fumeral, de barret etc. y dependiendo del momento, también se colocaban el sombrero encima del pañuelo.

LOS SOMBREROS:
Los más usados por el labrador valenciano y según lo citan algunos autores, el sombrero autóctono valenciano para el labrador es la montera, aunque hay otras clases de sombreros que se utilizaban para diferentes actos, como por ejemplo el de pistó cuando llevaban capa, la rodina, de paño o terciopelo que solían adornarlo con madroños, los de copa alta y baja, los de tres picos, los de teja, etc.

LA BLUSA O BLUSON:
Aparece a mitad-final del siglo XIX cuando en la camisa se hace el canesú. En esta prenda se utilizan telas de colores vistosos y más finas dependiendo del gusto.La confección es parecida a la camisa, con canesú y larga más abajo de la cintura, con pliegues, frunces, o incluso nido de abeja para darle amplitud tanto en el delantero como en la espalda, se coloca bajo la faja, y está abierta delante. Las mangas son anchas, no tanto como la camisa del siglo XVIII, aparece la sisa, y por lo tanto, no llevará el cuadrado bajo la manga. Se acopla a la muñeca con un puño.

PRENDAS DE ABRIGO:
Dependiendo de la clase social o el momento, el hombre portará diferentes prendas de abrigo, como por ejemplo: La manta, que según las calidades o el uso pueden ser de trabajo, cornaló, etc. las alforjas, y sobre todo la capa. Centrándonos en la capa, la singularidad es que es larga hasta los pies, con una esclavina sobre los hombros, y de una tela que a la par que abrigue proteja del agua de la lluvia. Será negra o de colores oscuros y la capa completa, esto es, poniéndola estirada en el suelo que quede plana.

La mujer también usa prendas de abrigo como los mantones llamados de tomateta y ou, o los de abrigo. Ya en el siglo XIX se usan los mantones de Manila.

Dependiendo de momentos y ocasiones, tanto el hombre como la mujer utiliza para su adorno personal rosarios, escapularios, broches, etc. y faltriqueras que le servían para guardar objetos personales.

Para finalizar la indumentaria de hombre, hablaré someramente de los zapatos. La particularidad es que no tenían forma del pié para derecho o izquierdo como los conocemos ahora. El material también es variado, normalmente para el uso corriente será de cuero, y para usos especiales, o las clases acomodadas y la nobleza serán de seda, con bordados, hebillas lazos y muy adornados.

El pueblo calza la clásica espardeña de cáñamo o tela atada con cordones o cintas a la pierna.
Para la lluvia se usaba el zueco de madera que se ponía encima de la espardeña.

EL VESTIDO DE LA MUJER:

Dentro de lo que llamamos indumentaria tradicional valenciana, me voy a referir principalmente al siglo XVIII, y dentro de este apartado a la ropa de la mujer.

A pesar de que existen infinidad de documentos que respaldan lo que exponemos, es imposible decir tajantemente “esto es así” ya que dependiendo de las zonas, la clase y otros condicionantes, no se puede afirmar esto de una forma que no presente duda, ya que hay leves modificaciones en las prendas que no se asumen ni se aceptan por igual en todos los sitios. No tienen las mismas necesidades en las zonas frías o en las zonas cálidas, y depende mucho de la comunicación, del comercio y la cercanía con otros pueblos, ya que esto permitía que la gente copiase lo que más le gustara, por ser más práctico, o por la vistosidad de la prenda.

Normalmente, la ropa la determina el carácter de cada pueblo, el clima y las tradiciones, y la corte dicta la moda, ya que es una forma de manifestar el poder, aunque el pueblo rápidamente intenta imitar, tampoco es raro que la nobleza a veces intenta emular al pueblo, para de esta forma acudir a fiestas, o pasar desapercibidos.

La moda en aquel entonces no cambia apenas, y los cambios eran muy selectivos, por otra parte no es difícil encontrar piezas de ropa similares en lugares distantes y con climas muy diferentes, tenemos que dar las gracias a esas persones que se han preocupado de ir recopilando piezas de ropa en pueblos, y rebuscando en buardillas y desvanes en arcas olvidadas y de los anticuarios que han hecho una gran labor.

Con todo, no se puede decir que hay un único traje de valenciana, ya que las pequeñas diferencias que se producían no llegaban a todos los sitios, ni se acomodaban a la idiosincrasia del lugar de la misma forma.

Llegados a este punto , voy a comenzar a explicar la ropa de la mujer valenciana a partir del siglo XVIII, ya que anteriormente no tenemos tanto material para investigar. Hay muchas fuentes de información en cuanto a la indumentaria tanto femenina como masculina, y nos proporcionan datos que debemos tenerlos como ciertos, y estos son los diferentes gremios que componen los artesanos, por ejemplo, zapateros, sombreros, sastres etc.
También ponemos atención en los notarios que con su relación de los testamentos y las “hijuelas” así como de las cartas de boda, que hacen un relato pormenorizado de la aportación de la dote de la mujer tenemos opción a saber colores, materiales utilizados y formas de confección. Además se publicaban leyes que regían la forma y manera de la indumentaria en algunas ocasiones, es esta por ejemplo la Ley Esquilache en la que hubo una normativa que obligaba a acortar las capas para evitar las espadas y las emboscadas, y el hacer más pequeñas o doblar las alas de los sombreros para que no taparan el rostro de los usuarios por razones de seguridad.

Es muy importante y proporciona mucha información sobre la indumentaria el Tratado de Cavanilles que describía con mucha profusión de datos la vestimenta desde la huerta a la montaña, y de lugares tan distantes en la época como Ayora o Gandía, matizando pequeñas diferencias que ahora nos sirven de mucho, así también como Alejandro Dumas o Teófilo Gautier que en sus escritos describían personajes y trajes que nos han permitido a día de hoy tener una idea de las costumbres o de las situaciones.

Gráficamente también tenemos fuentes de información en los objetos extraídos de las excavaciones, así como en pinturas y esculturas de la época medieval, y de posteriores. De los grabadores del siglo XVIII hemos de destacar a Cano de Olmedilla muy detallista y minucioso que nos proporcionó importantísima información, así como a Antonio Rodriguez del que hay una importante colección de estampas de tipos populares algunos vestidos con la ropa representativa de sus oficios. Y más adelante en las pinturas de la cerámica de Manises en la que hay profusión de datos como el aderezo de la mujer valenciana.

Me centraré ahora en vestir a la mujer, y como al hombre, por llevar un orden empezaré desde dentro hacia fuera. Como ya he explicado la camisa y las medias sigo con:

EL PANTALON:
A mediados del siglo XIX aparece el pantalón, también llamado camalet o saragüell femenino como prenda interior.
En el siglo XVIII no existía y es en el siglo XIX cuando se empieza a usar por las clases más elevadas como pieza de lencería. Anteriormente lo usaban exclusivamente las señoritas de vida alegre. Es largo hasta las rodillas, más corto que las enaguas, se ajusta a la cintura por medio de cintas, en un principio era abierto en la entrepierna, aunque evoluciona y acabará cerrándose. Al considerarlo como pieza de lencería suelen adornarlo con puntillas, estredoses y con bordados.

No es una pieza de ropa que fuera muy popular en el siglo XVIII entre la gente del pueblo, se ha ido acortando hasta convertirse en las actuales bragas femeninas.

LAS ENAGUAS:
Esta falda interior también conocida como brial, sinagües, falsetes de davall, etc, se confeccionan con lienzo, hilo, lino, etc, esta prenda que era interior se llevaba en ocasiones como exterior sobre todo para las tareas del campo o de la casa aunque a veces, cuando eran para ocasiones especiales se usaban telas más finas como batistas o algodón en el último tramo del siglo XIX.

El largo dependerá del largo de la falda, y el perímetro es considerable de tres metros y medio o cuatro metros de tela, repartidos en tres tramos, dos tercios para la parte de atrás, y un tercio para la parte delantera. La parte delantera se recogerá en pequeños pliegues o frunces hacia los laterales con una tabla al medio, y la parte trasera, con un fuelle al medio y los pliegues o frunces hacia los laterales, de modo que quedan dos aberturas en los costados que se adornan con bordados. Estos pliegues o frunces se acoplan a la cintura por medio de una cinturilla y se atan con cintas las de detrás se atan delante, y las de delante se cruzan detrás, y también se atan delante. Para dar volumen a las faldas, se les añade a estas enaguas lorzas y volantes desde la altura de la rodilla hacia abajo.

Es normal que se lleven dos o tres enaguas, llamando sobresinagues a las superiores que serán las más adornadas con puntillas, bordados y volantes que en ocasiones terminan en puntas con jaretas, cordones, lorzas y entredoses.

En el siglo XIX, y debido a que las faldas varían su estructura con la moda del polisón, también las enaguas toman esta misma forma, es decir, el perímetro de la enagua es prácticamente el mismo, lo que pasa es que la parte delantera está menos fruncida, y el vuelo de la enagua se reparte hacia atrás. Se usan telas más ligeras, y para mantener el peso de la falda es cuando aparecen los aros y otros artilugios.

También se hacen muy populares en este momento las sayas de rallas, de color y con amplios volantes. En algunas zonas se las conoce como vió.

EL REFAJO:
Conocido también como saya, sagalejo, refaix, etc, puede nombrarse de estas formas, y de otras, y todas serán correctas, porque su nombre obedece a la zona o el lugar.
Es una prenda que en

un principio era semi-interior, pero que también se le da un uso exterior. De origen muy antiguo, se mantiene su uso hasta muy recientemente, La zona normal de esta prenda es la zona interior por lo que en la zona de huerta se han encontrado menos ejemplares.
Se hacen de paño, lana, bayeta, y en colores lisos y oscuros, aunque no es difícil encontrarlos en azul, amarillo, verde, rojo e incluso bicolor.
La confección y la estructura es la misma que para la enagua, y el largo hasta 15 o 20 centímetros del suelo.
Las aberturas laterales suelen estar muy adornadas, con recortes o bordados, a estas aberturas se las llama trampas y sirven para dejar paso a las manos para la faltriquera.

La orilla se protege con un cerco de 20 o 25 centímetros que se cose interiormente, se llama ruedo.
Del refajo se encuentran diferentes modelos, y con muy diferentes adornos: cintas, galones recortes, impresión con pólvora o dibujos realizados a trepa, y también bordados con colores.

ELS GUARDAPEUS:
Son las faldas confeccionadas en seda, guardan también la misma estructura que las enaguas, el color más normal con diferencia es el azul, aunque son también corrientes el verde y el rojo. Lo que determina el color, es la facilidad o dificultad de conseguir los tintes que procedían de colorantes naturales. Normalmente se tejían en casa con los capullos defectuosos o que no servían para venderlos. Eran tejidos muy comunes el raso, el tafetán los adamascados con grandes dibujos de ramos florales, cenefas y frutas, y los espolines para las prendas de gran lujo, siendo estas las que marcan el nivel social.

Cuando la falda (guardapié) y el gipó son de la misma tela, recibe el nombre de basquinya.

Los adornos son muy variados dependiendo de la época, pueden ser volantes (farfalar) en la actualidad hay de quien no considera este adorno como perteneciente al traje valenciano, pero se usó mucho en su momento, entredoses, puntillas plateadas o doradas, recortes y blondas que incluso pueden llevar dos o tres volantes.

En el siglo XIX la falda se alarga hasta el suelo, con el vuelo en la parte de la espalda (polisón), para estos guardapiés para las grandes ocasiones y solemnidades se utilizan los colores oscuros, manteniendo el ruedo interior (rodá) y el cordón en el borde de la falda para abrir el vuelo.
Cuando las faldas están confeccionadas en algodón se las conoce con el nombre de sagalejos. Al final del siglo XIX la sociedad cortesana adoptó estas faldas como de uso corriente, usando también telas importadas conociéndose estas como indianas.

CUERPOS:
Utilizamos este nombre genérico porque va a recibir una gran variedad de ellos para sujetar y cubrir el tronco de la mujer valenciana.

JUSTILLO: COTETA: COTILLA: CORSE:
Es una prenda que cubre desde los hombros a la cintura, dejando las mangas de la camisa al descubierto y ajustándose al busto. Oprime el pecho, por lo que tiene por necesidad que ser muy escotado, y para acoplarse a las faldas se abre por las costuras y por medio de unos pequeños cortes que reciben el nombre de almenas, celdillas, andillas, faldillas, dependiendo de la zona. Está abierto por delante, raramente por detrás, y se cierra por medio de unos cordones pasados por ojetes alternando en cruzado y que quedan a la vista. Ocasionalmente se confeccionan los ojetes escondidos, y a veces se cierran con botones.

Las telas que se emplean suelen ser de calidad, ya que se necesita poca cantidad, incluso se emplea la seda, brocados o espolines, aunque también encontramos algodones, hilo, etc que precisamente por ser de peor calidad se han conservado menos.

Para dar rigidez a estas piezas de telas más delicadas, convendremos en que se tienen que usar para el forro telas recias y consistentes con poca elasticidad.

De igual manera, para dar rigidez a la pieza delantera se refuerza con cañas, varas de olivo, esparto, barbas de ballena, e incluso piezas metálicas. Esto tenía la función de presionar el busto que quedaba protegido por la camisa.

Estos contrafuertes podían ir colocados en toda la pieza delantera o bien en forma de triángulo que se añadía, en esta pieza postiza, era posible la utilización de tejido de otro color, o incluso de otra tela. En ocasiones el envarado se prolongaba hasta debajo del brazo, los laterales, e incluso la espalda.

La punta delantera sobresale de la cintura de forma más o menos acusada, dando una silueta triangular, cuadrada o redondeada.

Las almenas, dependiendo del modelo pueden ser desde tres hasta doce, sin contar la punta delantera.

Los hombros pueden confeccionarse sin cortar la pieza, o a modo de tirantes.

Los colores predominantes son el azul, el rojo y el verde en todas sus variantes, en cuanto a los estampados en los damascos son muy comunes como en las faldas los motivos florales, pájaros y frutas.

En el siglo XVIII el justillo era pieza de vestir exterior, y así ha llegado hasta hace relativamente poco tiempo. Derivó al corsé casi con la misma estructura.

EL JUBON: CHAQUETILLA: GIPO: CORPIÑO:
Parece que puede derivar del árabe (aljuba- juba), aunque dependiendo de diferentes investigadores, dicen que también puede derivar del francés (chupa).
El jubón cubre la espalda y el pecho desde los hombros a la cintura, con la misma estructura que el justillo va provisto de mangas, muy acopladas al brazo, y muy pegadas a la sisa, sin frunces en la unión con el cuerpo, van muy sesgadas para dar más movilidad a los brazos. Formadas por dos piezas curvadas con la forma del brazo en reposo (mangas de sastre)

La terminación en el puño puede ser de diferentes formas, despegadas las puntas, ajustadas con botones que en este caso serán de manzanita, con más o menos adorno, con puntillas, que a veces son las de las mangas, y otras meros adornos.

Si la manga es corta, puede ser por arriba del codo, y por debajo, siendo esta última forma lo que da lugar a los modelos más lujosos. A veces, las andillas del jubón desaparecían cuando la tela de la falda era de la misma que el jubón, apareciendo una especie de volante o faldita a modo de aleta, fruncida o plegada. En estos trajes de lujo, a veces en las mangas se añadía un puño que recuerda la hoja de un hacha, y que le denominaban destral, astral estral. Los tejidos más utilizados eran la lana, seda y algodón con variedad de estameñas, sargas, y otras clases de paños que por ser de elaboración casera eran más económicos.

Abundan los terciopelos lisos y labrados, los rasos y las sedas, y los colores de preferencia son negros y oscuros, sin eliminar los estampados y los que eran igual estampado que la falda.

Pasado el siglo XVIII , en los principios del siglo XIX esta prenda cae en desuso, sustituyéndose por chaquetillas ligeras y menos opresoras.
A mediados del siglo XIX y coincidiendo con la época romántica surge un tipo de cuerpo más ajustado al busto, con las mangas afaroladas y anchas, y van desapareciendo paulatinamente rigideces y ballenas, al mismo tiempo que los escotes también se modifican siendo cada vez más altos, incluso desapareciendo, ajustándose al cuello con una tirilla.

Más adelante para acompañar a los zagalejos, y a las faldas de algodón adaptarían unos cuerpos que ya se utilizaban en el XIX anchos y sin ajustarse al cuerpo, que también coexistieron con las camisas, y que en ocasiones mejoraban la tela de las mangas, ya que el cuerpo se cubría con grandes mantones

Existió también el peto, que se colocaba en la parte delantera cuando los bordes del justillo no se unían, se sujetaba con cintas, y a veces con la misma presión que ejercía el justillo en el busto.

EL PAÑUELO O MOCADOR:
Es una pieza cuadrada de lino, algodón, lana, seda o pita.
Pueden llamarse: de cuello, de tapar, de cubrir, etc.
El pañuelo valenciano por antonomasia es el mocador de coll, mocador de pit, mantonet, mal llamado manteleta.
El tamaño suele ser poco más o menos de un metro y que se dobla en un triángulo. Se pueden utilizar diferentes clases de tela dependiendo el uso que se le de en el momento, pueden ser de lino, algodón, seda, lana, o más traslúcidos para las grandes ocasiones como muselinas, sarga, tul, tafetán, etc.
En ocasiones encontramos pañuelos que están en forma de triángulo y se llamarán entonces mig-mocador, siendo esto producto de las particiones de herencias.
Es una prenda imprescindible en el atuendo de la mujer, ya que su falta hacía que la mujer no se sintiera bien vestida, o impúdica.
El color preferido es el blanco o colores claros, aunque no se descartan estampados, e incluso el negro, profusamente adornados con toda clase de bordados, generalmente de cadeneta, con puntillas, o con bordados de hilo de oro o plata, y con lentejuelas
Los dibujos suelen ser característicos de las zonas, en la huerta predominan los motivos florales, de cestas, o pájaros, y en las zones del interior los dibujos son más simétricos.
Estos pañuelos se llevan hasta final del siglo XIX que cambian por toquillas o pellerinas.

EL DELANTAL:
Aunque surge como elemento protector de la falda, finalmente se convierte en una pieza de adorno.
Los hay de todas las formas y tamaños, dependiendo del gusto de quien lo usa, y las telas pueden ser similares a las de los pañuelos o no. Lo más frecuente es el hilo, la seda, el algodón el tafetán, e incluso como en los pañuelos el tul.
La forma puede ser cuadrada, rectangular u oval, fruncido por pequeños pliegues y sujeto a la cintura con una pretina y atado con una lazada a la espalda, y como los pañuelos pueden estar profusamente adornados,

EL CALZADO:
Igual que los hombres, las mujeres del pueblo se calzán con las alpargatas o espardenyas que se hacen con fibras naturales cáñamo o esparto, y a veces se emplea yute, tela o incluso lona, en las alpargatas de mujer, sobre todo las de vestir, se hacían con telas más suaves, y a veces que fueran susceptibles de podes ser teñidas con colores vivos. Se ataban a las piernas con cintas cruzadas acabadas en borlas o flecos, la cualidad de estos zapatos es que como los de hombre no tienen distinción de pie.

Pero para las personas principales, el zapato, realizado con suela de cuero, y el resto de piel, seda paño u otro tipo de tejido y que cubriendo el pie no pasa del tobillo. Como curiosidad, en 1242 se constituye el gremio de zapateros, y en el 1365 el de chapineros, este es el artesano que hacía el zapato de vestir de la mujer.

Los zapatos suelen ser de tacón bajo, la forma del tacón (como curiosidad) al tener forma de un carrete de hilo le llaman de carrilet, escotados en el empeine, con punta redondeada o cuadrada y normalmente muy adornados con hebillas, bordados o lazos, el color preferido es el negro o blanco, aunque también aparecen en otros colores.