Valenciano vs. Castellano: El debate que anima las terrazas

1 marzo, 2025
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Valencia, marzo de 2025. El sol calienta las mesas de las terrazas, el café humea en las tazas y las conversaciones hierven con más fuerza que una mascletà. Desde que la Generalitat lanzó en febrero una consulta a más de 570,000 familias para elegir la lengua vehicular en las escuelas —valenciano o castellano—, la ciudad vive un culebrón social que tiene a todos opinando: abuelas en el mercado, padres en los parques, estudiantes en los bares de Ruzafa. Es más que una decisión educativa; es un tira y afloja cultural con raíces profundas, un debate que saca a relucir identidades, pasiones y hasta rencillas familiares. Las terrazas valencianas, desde la Malvarrosa hasta el Carmen, son el escenario perfecto de este drama cotidiano, donde cada caña viene con una opinión y cada anécdota enciende la chispa.

La consulta que lo empezó todo
La idea era simple: dar voz a las familias para decidir si los colegios usan el valenciano o el castellano como lengua base, con la otra como asignatura. La Conselleria de Educación lo vendió como un avance democrático, pero el resultado ha sido una tormenta de emociones. En un bar cerca del Mercado Central, Paco, un frutero de 55 años, suelta su veredicto mientras pela una naranja: “Mis hijos hablan castellano en casa, ¿para qué forzarlo? Pero mi mujer dice que el valenciano es lo nuestro, y ahora no nos ponemos de acuerdo ni para la paella del domingo”. Su mesa estalla en risas, pero el dilema es real. En X,

@ValenciaPlural tuitea: “Consulta lingüística: 50% información, 50% caos. Las familias discuten más que en Navidad”.

Las cifras iniciales, filtradas a finales de febrero, muestran una división casi al milímetro: en zonas urbanas como Valencia ciudad, el castellano lleva ventaja, mientras que en pueblos de la huerta como Alboraya o Paiporta, el valenciano resiste como un titán. Pero los datos no cuentan toda la historia. En un colegio de Benimaclet, una madre, Laura, de 38 años, cuenta cómo la consulta llegó a casa como un huracán: “Mi hijo mayor votó castellano porque dice que el valenciano ‘no sirve para nada’. El pequeño, que adora a su profe de valencià, se puso a llorar diciendo que lo traicionaba. Terminamos haciendo una votación familiar con papelitos, y empatamos”. Ahora, Laura bromea que su marido, callado en el sofá, es el único que salió ganando.

Terrazas y cafés: el ring del debate
Si quieres entender este culebrón, solo tienes que sentarte en una terraza valenciana un sábado por la mañana. En Ruzafa, un grupo de treintañeros con cervezas en mano discute a grito pelado. “El valenciano es nuestra raíz, pero si no lo usas en el día a día, ¿qué sentido tiene?”, lanza Javi, un diseñador gráfico. Su amiga Clara, profesora, le corta: “¿Y cómo lo van a usar si no lo aprenden de pequeños? Esto es como matar el flamenco por no enseñarlo”. Al fondo, un señor mayor con boina añade su toque: “En mis tiempos, el valenciano era lo primero, pero Franco lo pisoteó. Ahora que podemos, ¿lo dejamos morir?”. El camarero, trayendo otra ronda, suelta un “Visca el valencià” que desata aplausos y algún silbido.

En el Carmen, el debate toma otro color. Una pareja de abuelos, Vicent y Amparo, desayuna churros mientras repasan la consulta. “Yo voté valenciano porque me lo enseñó mi iaia en el pueblo, y me da pena que se pierda”, dice Vicent, con la voz temblorosa. Amparo, más práctica, replica: “Pero los nietos ya solo ven Netflix en castellano o inglés. Hay que ser realistas”. Al otro lado de la plaza, un estudiante extranjero, Tom, escucha curioso desde una mesa vecina. “No entiendo nada, pero me encanta cómo se apasionan. En Inglaterra no peleamos así por el idioma”, dice, anotando frases en valenciano en su móvil para impresionar a sus amigos expats.

Tensiones y raíces culturales
No todo es risas y cañas. La consulta ha destapado heridas viejas y nuevas. En X,

@SomValencians denuncia “presiones” en algunos colegios para votar valenciano, con padres recibiendo folletos que exaltan la lengua como “patrimonio vivo”. Otros, como

@CastellanoLibre, replican con fotos de aulas donde el valenciano domina y el castellano queda en un rincón. “Mis hijos no son conejillos de indias para experimentos identitarios”, escribe un usuario anónimo, sumándose a un recurso judicial que ya está en marcha. En las calles, las pintadas no mienten: “Valencià a l’escola” compite con “Libertad de elección” en paredes desde Torrent hasta Paterna.

Las anécdotas familiares son el alma de este debate. En una terraza de la Malvarrosa, Carmen, de 45 años, cuenta cómo su suegra la llamó “traidora” por elegir castellano para sus hijos. “Me dijo que estaba matando la lengua de su tierra. Pero yo crecí en Madrid y quiero que mis niños se sientan cómodos con las dos”. Al otro lado de la ciudad, en un bar de Patraix, Miguel, un taxista de 50 años, presume de lo contrario: “Mi hija recita poemas en valenciano que me hacen llorar. Si no lo aprende ahora, ¿cuándo?”. La pasión cruza generaciones, y hasta los más pequeños opinan: en un parque, un crío de 7 años grita a su amigo “¡El valencià mola més!” mientras juegan al fútbol.

Un culebrón con eco internacional
Los expatriados, cada vez más presentes en Valencia, también se han metido en el fregado. En un coworking de Ruzafa, Marta, una nómada digital alemana, escucha a sus colegas valencianos y se apunta a clases de valenciano “por curiosidad”. “No sabía que una lengua podía levantar tantas pasiones. Me recuerda a los debates en Cataluña, pero aquí hay más cañas y menos bronca”, dice, riendo. Kate, la británica de Jávea, añade su granito de arena: “Intenté leer el formulario de la consulta y me perdí. Pero mi vecino me explicó que es como elegir entre Shakespeare y Burns. Al final, dejé que él votara por mí”. Su anécdota desata carcajadas, pero también muestra cómo este tema trasciende fronteras.

El debate no se apagará pronto. Mientras la Generalitat promete resultados oficiales para abril, las terrazas siguen siendo el parlamento real de Valencia. Cada café es un argumento, cada tapa una postura. ¿Ganará el valenciano, con su carga histórica y su sabor a huerta? ¿O el castellano, práctico y global? Nadie lo sabe, pero una cosa está clara: este culebrón social tiene a la ciudad en vilo, y las conversaciones, como el sol mediterráneo, no se enfrían ni con el anochecer. En Valencia, la lengua no solo se habla; se vive, se discute y se defiende con el corazón en la mano.

¿Qué es la consulta y quién la organiza?

La consulta es un proceso impulsado por la Conselleria de Educación, Cultura, Universidades y Empleo de la Generalitat Valenciana, bajo el liderazgo del conseller José Antonio Rovira y el gobierno de Carlos Mazón (PP con apoyo de Vox). Se enmarca en la Ley de Libertad Educativa, aprobada en junio de 2024, que sustituye el modelo de plurilingüismo del anterior Consell del Botànic. Su objetivo es permitir a las familias elegir la lengua base —valenciano o castellano— en la que se impartirá la mayor parte de la enseñanza de sus hijos a partir del curso 2025-2026, desde el segundo ciclo de Infantil hasta 3º de la ESO.

Está dirigida a las familias de unos 570,000 estudiantes matriculados en centros públicos y concertados de la Comunidad Valenciana. La votación arrancó el 25 de febrero de 2025 a las 9:00 y finaliza el 4 de marzo de 2025 a las 14:00, realizándose principalmente por medios telemáticos.


¿Cómo funciona el proceso?

  1. Participación:
    • Solo un representante legal por alumno puede votar, eligiendo entre valenciano o castellano como lengua base.
    • Se vota a través de la plataforma digital de la Secretaría Digital (consulta.gva.es), requiriendo el NIA del alumno (Número de Identificación del Alumnado) y credenciales como Cl@ve o DNI electrónico.
    • Los centros educativos ofrecen apoyo presencial con ordenadores para familias sin acceso tecnológico.
  2. Criterios de priorización:
    • Si no hay plazas suficientes en la lengua elegida, se prioriza según:
      • Hermanos en el centro (15 puntos por hermano).
      • Proximidad al colegio (área de influencia o limítrofe).
      • Condición de familia numerosa, monoparental o con discapacidad.
    • En caso de empate o discrepancia entre padres, el centro decide o, si hay litigio, un juez.
  3. Fechas clave:
    • Censo provisional: 17 de febrero.
    • Censo definitivo: 21 de febrero.
    • Votación: 25 de febrero a 4 de marzo.
    • Resultados: Publicación prevista tras el cierre, con datos anonimizados.
  4. Porcentajes máximos:
    • Zonas castellanoparlantes (ej. Utiel-Requena): Hasta 80% castellano en Infantil, 10% valenciano, 10% inglés. Con exención posible del valenciano en evaluación.
    • Zonas valencianoparlantes (ej. La Ribera): Hasta 65% valenciano en Infantil, 25% castellano, 10% inglés. En Primaria y ESO, la diferencia entre lenguas cooficiales no supera el 20%.
    • A partir de 3º de Primaria, se equilibra más, con un mínimo del 25% para la lengua no base y un 15-25% en inglés.
  5. Resultados y aplicación:
    • En zonas valencianoparlantes, se crearán grupos según el porcentaje de votos por lengua, siguiendo una tabla de la Ley (Anexo I). Si hay empate, prevalece el valenciano.
    • En zonas castellanoparlantes, el castellano es la base por defecto, pero se habilitarán unidades en valenciano si hay “demanda suficiente” (sin especificar cómo).
    • Si no hay plazas, los alumnos pueden ser reubicados en otros centros o asignados a la lengua mayoritaria.

Contexto y polémica

La consulta ha desatado una tormenta de críticas y emociones:

  • Apoyo del gobierno: PP y Vox la defienden como un ejercicio de “libertad educativa”, dando voz a las familias frente a lo que llaman imposiciones del pasado. Rovira insiste en la neutralidad de la Administración: “No nos decantamos por ninguna opción”. Mazón la ve como un hito: “Las familias tienen la última palabra”.
  • Oposición feroz: PSPV y Compromís la tachan de “ataque al valenciano”. José Luis Lorenz (PSPV) acusa a Mazón de aplicar una “agenda ultraconservadora”. Gerard Fullana (Compromís) asegura que “miles de familias no tendrán su opción, sobre todo las que elijan valenciano”. Sindicatos como STEPV y asociaciones como Escola Valenciana la llaman una “bomba para el valenciano”, denunciando un diseño que favorece al castellano (80% máximo vs. 65% para el valenciano).
  • Problemas logísticos: El primer día, la plataforma colapsó por “alta demanda”, según Educación, generando quejas. Algunos reportaron errores al votar desde móviles (ej. opción valenciano no visible).
  • Denuncias de presiones: Escola de Todos alertó de “campañas pro-valenciano” en colegios, con carteles y charlas, exigiendo neutralidad. La Conselleria replicó que los centros, como parte de la Administración, deben ser imparciales.
  • Batalla legal: Compromís y otros han recurrido al Tribunal Superior de Justicia (TSJCV) y al Constitucional, alegando ilegalidad (exclusión del voto presencial masivo, no garantía de elección). Hasta ahora, el TSJCV ha rechazado suspensiones cautelares.

Impacto esperado

  • Educativo: La consulta reconfigurará aulas, potencialmente creando líneas separadas (castellano o valenciano) en un mismo curso. En centros pequeños (un solo grupo), la mayoría decidirá por todos, lo que preocupa a la oposición por posibles “desequilibrios”.
  • Cultural: El debate reaviva la pugna identitaria. En X, usuarios como @miquelaleixit critican: “Si eliges castellano, 80%; si eliges valenciano, solo 65%. Esa es su ‘libertad’”. Otros, como @CCivicaCatalana, celebran: “Compromís tiene pánico a que se vote castellano”.
  • Social: Hay polarización. Familias discuten en casa, y las terrazas valencianas son un hervidero de opiniones, desde “el valenciano es nuestra raíz” hasta “mis hijos necesitan el castellano para el futuro”.

Datos adicionales

  • Certificaciones automáticas: Los alumnos obtendrán niveles de valenciano según cursos aprobados (A2 en Primaria, B1 en ESO, B2 en Bachillerato), independientemente de la lengua base.
  • Exención: En zonas castellanoparlantes, se puede pedir no ser evaluado en valenciano, aunque se curse como asignatura.
  • Profesorado: No se exige valenciano como requisito, solo como mérito (mínimo C1 para vehicular en esta lengua).

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