“Llorará la Iglesia…”: La profecía más amarga de San Vicente Ferrer

24 abril, 2025
by

En la historia de los grandes predicadores medievales, pocos dejaron una huella tan profunda como San Vicente Ferrer. Su figura no solo destaca por su celo misionero y su fervor apocalíptico, sino también por sus durísimas advertencias dirigidas nada menos que al corazón de la propia Iglesia. Para Ferrer, el enemigo no siempre estaba afuera. A veces, habitaba dentro.

“Llorará la Iglesia…”

Estas palabras, pronunciadas en el contexto de su sermón del 13 de septiembre de 1401, no son simples metáforas. Son, más bien, un lamento profético por el estado moral deplorable del clero, al que responsabiliza por buena parte de la corrupción espiritual del mundo medieval.

Una Iglesia que se ha extraviado

En sus sermones y tratados, Vicente Ferrer describe una institución que ha perdido su esencia evangélica. Los prelados —según él— están más preocupados por las rentas que por las almas, por los honores que por la humildad. En uno de sus textos más mordaces afirma:

“Todos los prelados son vanos e soverbios, ponposos, ximoniáticos, avarientos, usuraros, luxuriosos…”

Esta crítica no es una excepción retórica. Es un patrón constante en su predicación. Ferrer denuncia la degradación moral del clero como uno de los signos más claros del tiempo del fin, una etapa de confusión que culminará con la venida del Anticristo.

El dolor de una Iglesia eclipsada

Vicente Ferrer utiliza metáforas celestiales para expresar el estado espiritual de la Iglesia. La compara con la luna: brillante en sus inicios con los apóstoles, pero cada vez más oscurecida por las pasiones humanas. En su visión, la Iglesia de su tiempo está eclipsada, cubierta por una nube de orgullo, codicia y tibieza espiritual.

Este eclipse, sin embargo, no es definitivo. En su teología, Dios aún ofrece una salida: la penitencia.

Penitencia: única vía de redención

San Vicente no se limita a señalar el pecado. También propone un camino: el arrepentimiento sincero, la reforma interior, el abandono del lujo y la falsa devoción. Sus campañas misioneras no eran espectáculos religiosos, sino auténticas llamadas al cambio de vida.

La penitencia no era para él un acto privado, sino público, visible y radical. Quería que tanto obispos como campesinos se arrodillaran ante la verdad del Evangelio.

Un profeta dentro del templo

La historia de la Iglesia ha conocido muchos críticos externos. Lo que hace especial a Vicente Ferrer es que su denuncia brota desde dentro. Él era parte del sistema que atacaba, un miembro de la Orden de Predicadores, cercano a los papas, respetado por reyes. Y, sin embargo, eligió ser profeta. Aunque eso significara ser incómodo. Aunque eso significara denunciar con lágrimas en los ojos:

“Llorará la Iglesia…”


Reflexión final:
San Vicente Ferrer no buscaba destruir la Iglesia. Quería purificarla. Su palabra, dura y ardiente, fue como un fuego que intentaba abrasar la escoria acumulada durante siglos. En su visión, la decadencia no era el final, sino el preludio de una gran regeneración. Si la Iglesia lloraba, aún podía ser consolada… si sabía arrodillarse.

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.

Usamos Brevo como plataforma de marketing. Al enviar este formulario, aceptas que los datos personales que proporcionaste se transferirán a Brevo para su procesamiento, de acuerdo con la Política de privacidad de Brevo.

Previous Story

Vestidos cruzados y almas perdidas: la transformación de costumbres según San Vicente Ferrer

Next Story

Poesía escénica en vivo en Valencia: RIMBOMBA reivindica la creación mediterránea en el TEM

Latest from Historia de Valencia

Go toTop