Calle de la Paz: el eje que hizo ciudad y marcó la historia urbana de Valencia
Calle de la Paz: el eje que hizo ciudad y marcó la historia urbana de Valencia
11 de noviembre de 2025 | Redacción
Valencia. Hay calles que se limitan a conectar lugares, y otras que construyen la identidad de una ciudad. La calle de la Paz pertenece a esta segunda categoría. Desde que nace en el Parterre y se desliza hacia la plaza de la Reina, con la torre de Santa Catalina como faro, esta vía no solo traza una línea sobre el mapa: ha tejido la historia moderna de Valencia.
Un eje urbano con alma y memoria
El poeta Luis Cernuda lo expresó con asombro: “Esto es una calle”. Aquella exclamación, compartida con su amigo Juan Gil-Albert en 1934, sintetiza la fascinación que sigue provocando. La calle de la Paz no es solo estética: es una síntesis emocional de la ciudad, el punto donde el orden urbano se encuentra con el alma mediterránea.
Su trazado recto, que arranca junto a los jardines del Parterre y desemboca en la plaza de la Reina, es fruto del espíritu del Ensanche del siglo XIX. El estudio de Víctor Ramos Sabater (Universitat Politècnica de València) explica que su apertura en 1862 respondió a la “efervescencia urbanística” posterior al derribo de las murallas, reflejo de una época en que la modernidad transformaba la ciudad: ferrocarriles, electricidad, burguesía y nuevos espacios públicos.
De callejón medieval a símbolo burgués
Documentada desde 1465 como un estrecho “atzucac” conocido como Deis Caputxers, esta calle experimentó múltiples metamorfosis. Fue Dels Capvellats, Forn de la Ceca y, brevemente, calle de la Revolución antes de adoptar en 1878 su actual nombre, calle de la Paz, en conmemoración del final de la Tercera Guerra Carlista. Incluso llegó a llamarse Peris y Valero durante unos años, hasta recuperar su identidad en 1916.
La Valencia de finales del XIX convirtió esta vía en el escaparate del progreso urbano. Sus fachadas, alineadas con precisión, mostraban la elegancia de una ciudad que quería parecer europea. A ambos lados, los nuevos edificios burgueses adoptaban el lenguaje del eclecticismo y el modernismo, con balcones de hierro forjado, ornamentación floral y el característico lambrequín valenciano.
Un museo al aire libre de la arquitectura valenciana
Caminar por la calle de la Paz es recorrer un catálogo de estilos arquitectónicos. Figuras como Francisco Mora —autor del Mercado de Colón y de la casa Sagnier—, Joaquín María Arnau, Antonio Martorell o Lucas García Cardona dejaron su huella en la vía. Más tarde, Javier Goerlich consolidó su fisonomía con el proyecto de ensanche de la plaza de la Reina, clave en el equilibrio urbanístico del centro histórico.
Edificios emblemáticos como el Hotel Palace, el Café Ideal Room o el Gran Café Continental hicieron de esta calle el epicentro social y cultural de Valencia durante décadas. En tiempos de la II República, el Palace fue refugio de la intelectualidad española cuando la ciudad se convirtió en capital del Gobierno.
La calle que hace ciudad
Más allá de su belleza, la calle de la Paz cumple una función que pocos ejes urbanos logran: vertebra Valencia. A un lado, la memoria de la ciudad antigua; al otro, la expansión hacia el Ensanche moderno. En su entorno, la ciudad se reinventa sin perder su esencia. Por eso, como señala Ramos Sabater, es “uno de los ejemplos más equilibrados del urbanismo valenciano”.
Desde las fotografías de principios del siglo XX hasta la vista actual, apenas ha cambiado su perfil. La calle de la Paz sigue siendo ese lugar donde el tiempo se detiene, donde arquitectura, historia y vida cotidiana se funden en un mismo paseo. Una vía que, más que un recorrido, es una declaración de identidad: la calle que hace ciudad.
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