| Redacción Locos por Valencia
Pego: leyendas bajo la luna de la Marina Alta
En el corazón de la Marina Alta, Pego parece guardar secretos entre sus arrozales y montañas. Cuentan los mayores que en las noches sin luna, cuando la bruma se posa sobre la marjal, se escuchan pasos en los caminos de agua. Los viejos del lugar hablan del alma del moliner, que aún vela por las acequias que dan vida al pueblo.
Durante Halloween, sus calles empedradas se llenan de faroles, castañas y dulces de boniato. No hay sustos de película, sino una fiesta de raíces donde se mezclan la memoria y la ternura de lo antiguo. Aquí, el miedo se convierte en tradición compartida.
La Mata: sombras de piedra entre olivos centenarios
En el interior de Castellón, el pequeño pueblo de La Mata duerme entre olivos y viento. Su nombre, dicen algunos, proviene de antiguas leyendas sobre caminos donde el viajero debía guardar respeto al bosque. Otros aseguran que “la mata” era el lugar donde terminaban las persecuciones de brujas en siglos pasados.
Sea cual sea su origen, el pueblo conserva un aire atemporal: calles estrechas, campanas que suenan a historia y un cielo que al caer la tarde se cubre de rojo y violeta. En estos días, los vecinos encienden velas en las ventanas y comparten pastissets con vino dulce, como se hacía antaño “per Tots Sants”.
El Derramado: entre la huerta y los ecos del Turia
En el término de Riba-roja de Túria se encuentra El Derramado, una pedanía pequeña, casi secreta, envuelta por la huerta y el murmullo del río. Su nombre parece presagio: el agua, las lluvias, los desbordes del Turia han marcado su historia desde tiempos remotos.
Hoy, El Derramado es un refugio de calma. Sus casas bajas y sus caminos rurales invitan a pasear con linterna en mano, mientras el viento mueve las cañas del río. Es un lugar donde la naturaleza y la memoria se entrelazan para recordar que no hace falta cruzar el Atlántico para sentir la magia de Halloween.
Halloween con sabor valenciano
En toda la Comunitat, el último fin de semana de octubre se celebra con panellets, castañas, mistela y calabazas. Las escuelas organizan desfiles, los hornos llenan sus vitrinas de dulces tradicionales y los pueblos recuperan la costumbre de honrar a los difuntos con flores y silencio.
El Halloween valenciano es distinto: no asusta, abraza el misterio con ternura. Es una fiesta que une generaciones, donde el miedo y la nostalgia se confunden con el aroma del horno, el sonido de las campanas y el brillo de las velas en las ventanas.
Un viaje por la memoria y la imaginación
Recorrer estos pueblos en otoño es viajar también por la identidad valenciana. Cada calle, cada palabra en valenciano susurrada al pasar, es un hilo que conecta pasado y presente. Porque Halloween aquí no es un disfraz, sino una historia que se cuenta al calor de una lumbre.
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