Orígenes cristianos: del culto a los mártires a la conmemoración universal
El Día de Todos los Santos tiene su origen en las primeras comunidades cristianas, que rendían homenaje a los mártires en el día de su muerte. Con el paso del tiempo, y ante la multitud de mártires, la Iglesia decidió reunir su memoria en una sola celebración colectiva.
En el año 609, el emperador Focas cedió el Panteón de Roma a la Iglesia, que lo consagró en honor de Santa María y todos los mártires. Aquel acto simbolizó la transición del mundo pagano al cristiano y consolidó una tradición que siglos después se extendería por todo el mundo católico.
De Roma al calendario universal: el 1 de noviembre
El papa Gregorio III (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor a todos los santos, fijando la fecha del 1 de noviembre. Más tarde, el papa Gregorio IV (827-844) extendió la festividad a toda la Iglesia, estableciendo oficialmente el Día de Todos los Santos.
Esta fecha coincidía con antiguas celebraciones agrícolas y espirituales, como la fiesta celta de Samhain, que marcaba el final de las cosechas y el inicio del invierno. Así, la Iglesia cristianizó una festividad que ya recordaba a los antepasados y la unió al culto a los santos.

Halloween y Todos los Santos: raíces que se entrelazan
El término Halloween proviene de All Hallows’ Eve (“Víspera de Todos los Santos”), y aunque hoy se asocia a la cultura estadounidense, tiene raíces europeas. En la península ibérica, antes incluso de la expansión del cristianismo, se celebraban ritos similares al Samhain.
En España, la noche del 31 de octubre se vive hoy con dos rostros: el lúdico y el espiritual. Por un lado, la estética de disfraces y fiestas inspiradas en Halloween; por otro, la tradición cristiana de acudir a los cementerios el 1 de noviembre para rendir homenaje a los difuntos.
Valencia y el respeto a la memoria
En la provincia de Valencia, esta fecha ha sido siempre un día de respeto, amor y recuerdo. Desde tiempos antiguos, los valencianos acuden a los cementerios con flores, fotografías o plegarias, manteniendo viva una tradición que atraviesa generaciones.
Durante siglos, la ciudad —católica desde la conquista de Jaume I— ha vinculado esta jornada al reencuentro con los antepasados. A pesar de la diversidad religiosa que ha marcado su historia, el Día de Todos los Santos se mantiene como una de las expresiones más sinceras de la identidad valenciana.

De la historia a la actualidad: un día de unión y respeto
Más allá de las creencias o ideologías, el 1 de noviembre es un día para recordar a quienes ya no están. En el Cementerio General de Valencia se celebran misas y homenajes, y miles de familias visitan las sepulturas con flores, rezos o simples silencios compartidos.
En este contexto, la historia del Cementerio Civil de Valencia, creado en 1891 y segregado hasta 1979, refleja la evolución social y la necesidad de un espacio inclusivo para todos los valencianos, independientemente de su fe.
Dulces y símbolos de una tradición viva
En estas fechas, las pastelerías se llenan de huesos de santo, buñuelos de viento y fogassa, los dulces tradicionales de Todos los Santos. Aunque los panellets son típicos de Cataluña y Baleares, también se encuentran en algunas localidades del norte de Castellón.

Entre la tradición y la modernidad
Hoy, el Día de Todos los Santos convive con Halloween como dos maneras de celebrar la memoria: una, con respeto y recogimiento; otra, con humor y símbolos del más allá. Ambas reflejan una necesidad humana común: recordar, trascender y celebrar la vida.
Por eso, más allá de disfraces o flores, este día sigue siendo un homenaje compartido. Como decían nuestros mayores, “nadie muere del todo mientras alguien le recuerde”.
 
            
 
                     
                     
                             
                             
                             
                            