El hombre que se enamoró de Madelman
Autor: Redaccion
Sábado, 22 de octubre de 2022





José Martínez parece un personaje de historieta. Su aspecto singular, su mirada diminuta y su forma de desplazarse por la ciudad en patinete contrastan con la historia que lleva dentro: la de un niño de los años setenta que nunca dejó de enamorarse de los Madelman, los míticos muñecos españoles que marcaron a toda una generación.
Hoy, ese niño interior convive con el adulto que ha cedido una colección completa de estas figuras a la Universidad Politécnica de Valencia, donde forman parte del museo del juguete que se está construyendo en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño.
Un coleccionista con alma de niño
José asegura que no es un personaje de cómic, aunque reconoce algo esencial: «Siempre he llevado un niño dentro». Su vínculo con los Madelman se reavivó en 2009, cuando encontró una figura en un mercadillo. Aquello encendió la obsesión por recuperar, pieza a pieza, el universo que había marcado su infancia.
La comunidad coleccionista empezó a regalarle figuras, accesorios y cajas, y José se adentró en un viaje de documentación, búsqueda y restauración que terminó por darle forma a una colección extraordinaria.
El mítico Madelman 2001 y la fiebre del coleccionismo
Internet potenció el fenómeno. Cuando alguien subió a eBay el famoso Madelman 2001 —creado con motivo de la película 2001: Odisea en el espacio—, comenzó una puja que superó los tres mil euros. La caja reproducía imágenes del filme y la figura era una de las primeras con ojos pintados. Esa locura de precios fue una llamada para José, que decidió completar toda la colección.
La primera etapa: el corazón del mito
La etapa favorita del coleccionista es la comprendida entre 1968 y 1975, los años de nacimiento del Madelman. José conoce de memoria el catálogo: veintiséis cajas individuales, trece equipos básicos, cinco superequipos, catorce cajas amarillas y cinco de complementos. La segunda etapa —lanzada por Madel en 1976 con figuras articuladas— ya no le impactó tanto.
Expertos, cajas reconstruidas y memoria compartida
Su conocimiento fue creciendo con la ayuda de otros especialistas, como Jon Díez de Ulzurrun, autor de una obra de referencia de más de cuatrocientas páginas. Gracias a él consiguió los diseños originales de las cajas y pudo recrearlas con una fidelidad sorprendente.
Un tesoro encontrado en una caja de galletas
El renacer de la colección llegó en Torás, en el Alto Palancia. Durante una limpieza en la casa familiar, José abrió una vieja caja de Galletas Fontaneda y encontró dentro cinco Madelman. Ese instante fue el detonante definitivo para reconstruir toda la primera etapa.
Lo logró, pero más tarde perdió su colección en un proceso personal complicado. Fiel al lema del juguete —«Lo pueden todo»—, decidió comenzar de nuevo hasta completarla otra vez.
Del coleccionismo a la divulgación
Su pasión quedó recogida en dos libros: el primero, publicado en 2018 con motivo del cincuenta aniversario del Madelman; el segundo, escrito durante el confinamiento. Ambos recogen historias, curiosidades y la evolución del juguete en el contexto del desarrollismo español.
La caída del Madelman y su legado
Aunque muchos piensan que la llegada de los Playmobil provocó la desaparición del Madelman, José cree que fueron la crisis del petróleo y la situación económica de finales de los setenta las que hundieron las ventas. En 1983, la empresa entró en suspensión de pagos.
El precio elevado de las figuras hizo que muchas familias las guardaran en lugar de tirarlas, permitiendo que décadas después reaparecieran intactas en altillos, trasteros y cajas olvidadas.
El hombre que sigue buscando ser feliz
Hoy José ha cedido su colección a la Universidad Politécnica de Valencia para que escolares y visitantes puedan conocer la historia de uno de los juguetes más emblemáticos del país. A sus otras aficiones —las maquetas, las Vespas, el atletismo— les suma una filosofía clara: «Yo siempre intento ser feliz».
Quizá por eso su historia emociona: porque demuestra que, a veces, los tesoros de la infancia no desaparecen, solo esperan a que volvamos a buscarlos.
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