La Casa Gris de Paiporta: historia, memoria y contrastes de un icono del siglo XX
En el centro de Paiporta se levanta La Casa Gris, un edificio singular cuya trayectoria resume buena parte de los cambios sociales, políticos y arquitectónicos del siglo XX. Su aspecto sobrio esconde una historia marcada por el progreso, la tragedia y la memoria colectiva del municipio.




Un edificio pionero en la arquitectura local
Construida entre las primeras décadas del siglo pasado por la familia Olcina, La Casa Gris fue uno de los primeros inmuebles de Paiporta levantados íntegramente en cemento, un material novedoso en aquel momento gracias a las conexiones comerciales de sus propietarios. Este avance permitió levantar una estructura robusta y funcional que respondía a las necesidades de una extensa finca agrícola.
Distribución y usos originales
Las plantas superiores se destinaron a vivienda familiar, mientras que la planta baja acogía almacenes y áreas de trabajo vinculadas al cultivo. Su imagen austera, gris y contundente pronto dio nombre al edificio, que destacaba tanto por su solidez como por su carácter utilitario.
La Guerra Civil: de finca agrícola a centro de detención
El estallido de la Guerra Civil Española en 1936 transformó por completo el destino de la Casa Gris. Lo que había sido una residencia y un espacio de actividad agrícola se convirtió en un centro de detención temporal en una época marcada por la división y el miedo.
Detenciones durante la guerra
Testimonios recogidos en la memoria oral del municipio describen la Casa Gris como un lugar donde se retenía a personas sospechosas de colaborar con el bando sublevado. Muchos vecinos relatan que quienes pasaban por allí sufrían condiciones precarias y episodios de violencia.
Algunos recuerdan haber visto a detenidos con heridas visibles, mientras que las familias se veían obligadas a llevar comida o ropa a los prisioneros, sin garantías de que estos objetos llegaran realmente a su destino.
Represión tras la contienda
Con la victoria franquista en 1939, el edificio volvió a utilizarse como punto de detención, esta vez para republicanos y personas vinculadas a movimientos de izquierda. Para muchos, este lugar fue un primer paso antes de su traslado a centros penitenciarios de mayor capacidad en Valencia.
Memoria, silencios y usos sociales en el final del siglo XX
Tras años marcados por el miedo y el silencio, la Casa Gris recuperó lentamente su relación con la comunidad. En algunas etapas se cedió para actividades culturales y reuniones vecinales, convirtiéndose en un espacio de encuentro en plena transición democrática.
Un edificio sin reconocimiento oficial
A pesar de su peso histórico, el edificio nunca ha contado con una declaración formal como lugar de memoria. Sin embargo, los relatos transmitidos entre generaciones han mantenido vivo el recuerdo de lo que allí ocurrió, convirtiendo el inmueble en un símbolo emocional más que institucional.
La Casa Gris hoy: presencia urbana y un suceso reciente
Ubicada en la calle Valencia y cercana a zonas históricas como el Xalet de Català, la Casa Gris sigue formando parte del paisaje cotidiano de Paiporta. Incluso da nombre a una de las paradas de la línea L-L7 de autobús que conecta el municipio con la capital.
En diciembre de 2024, el entorno del edificio volvió a ser noticia tras el hallazgo de un cadáver en un parque próximo, un suceso que generó conmoción en el vecindario. El cuerpo podría corresponder a un hombre de unos 60 años desaparecido tras una reciente DANA.
Un símbolo cargado de contrastes
La Casa Gris es hoy un referente arquitectónico y emocional. Para algunos vecinos representa un avance constructivo que impulsó el uso del cemento en el municipio; para otros, es un recordatorio inevitable de una época de represión, miedo y denuncias cruzadas.
La importancia de preservar la memoria
Los relatos de quienes vivieron aquellos años, o crecieron escuchando estas historias, subrayan la necesidad de conservar la memoria del edificio. Su historia permite entender mejor cómo los conflictos del pasado moldearon la identidad del pueblo y cómo los espacios, con el tiempo, pueden transformarse y resignificarse.
Hoy, La Casa Gris continúa en pie como un testigo silencioso de un siglo marcado por la innovación, la violencia, la resistencia y la memoria. Su mera presencia invita a reflexionar sobre la importancia de no olvidar.
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