Por qué Alicante es la escapada perfecta este otoño: gastronomía, paisajes y calma mediterránea

Alicante es mucho más que calor, arena fina y veranos interminables. Cuando llega el otoño, la ciudad se transforma: el clima sigue siendo amable, las playas recuperan la calma y la gastronomía brilla con propuestas que saben aún mejor con temperaturas suaves. Es un momento ideal para pasear sin prisas, descubrir espacios con historia y reencontrarse con el Mediterráneo sin aglomeraciones.
Un otoño que invita a quedarse
La capital alicantina presume de una media térmica casi perfecta para viajar en octubre y noviembre. Días luminosos, noches frescas y la sensación de que la ciudad vuelve a ser su versión más local. Este 2025, además, Alicante celebra su reconocimiento como Capital Española de la Gastronomía, un motivo extra para escaparse y sentarse a la mesa sin prisas.
Castillo de Santa Bárbara: historia, vistas y experiencias únicas
En lo alto del monte Benacantil se alza uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad: el Castillo de Santa Bárbara. En otoño, recorrerlo es aún más especial. El calor afloja y permite dedicar tiempo a sus terrazas, a sus salones expositivos y a los rincones panorámicos que regalan una de las mejores vistas de toda la costa alicantina.
El castillo ha evolucionado mucho más allá de su valor histórico. Hoy es un espacio vivo donde coinciden exposiciones, conciertos, propuestas gastronómicas sorprendentes e incluso fines de semana temáticos en su interior. Uno de los planes más originales es la degustación en la Torre de Santa Catalina, situada en la parte más alta.
El barrio de Santa Cruz: color, miradores y esencia mediterránea
Si hay un lugar que en otoño parece pintado a mano, ese es el barrio de Santa Cruz. Sus calles empinadas, herencia del asentamiento judío del siglo XIII, se llenan de flores, macetas y fachadas blancas que cambian de tono con la luz del atardecer. El ambiente es íntimo, cercano y perfecto para perderse sin mapa.
El mirador del barrio ofrece una panorámica preciosa del casco urbano y del mar. Y al caer la noche, la zona cobra vida con pequeños restaurantes y tabernas donde disfrutar desde propuestas tradicionales hasta cocina creativa de alto nivel. Entre los nombres imprescindibles destacan San Telmo Gastrobar, Las brasas de San Miguel o Pelican.
Parque de Canalejas: sombra, historia y la luz dorada del otoño
El histórico Parque de Canalejas es uno de los pulmones verdes de la ciudad y, probablemente, el más especial para visitar en esta época. Está situado en paralelo al puerto deportivo, lo que permite combinar paseo urbano, naturaleza y mar en un mismo recorrido.
Sus ficus centenarios dan lugar a rincones cargados de historia. Aquí se encuentran esculturas del siglo XVIII, como la pareja de leones y perros en mármol, un monumento al escritor Carlos Arniches y la elegante Fuente del Niño Flautista. El parque ofrece una estampa única cuando la luz del atardecer atraviesa su arbolado.
La Explanada de España: un paseo marítimo para disfrutar sin prisas
Con sus icónicas teselas onduladas —nada menos que 6,6 millones— la Explanada de España es uno de los paseos marítimos más reconocidos del Mediterráneo. Otoño es la estación perfecta para recorrerla sin el bullicio del verano, a la sombra de sus palmeras y con el puerto siempre presente al lado.
En este paseo se encuentra el auditorio municipal La Concha, escenario frecuente de conciertos al aire libre, así como la monumental Casa Carbonell, una joya arquitectónica de 1925. Todo ello rodeado de restaurantes donde degustar la gastronomía alicantina con vistas al mar.
Atardecer en el puerto: el final perfecto para un día mediterráneo
A los pies del Castillo de Santa Bárbara se extiende el puerto de Alicante, una mezcla armoniosa entre tradición marinera y vida moderna. Es uno de los puertos más antiguos del país —documentado desde 1271— y hoy combina embarcaciones pesqueras, marina deportiva, restaurantes, tiendas y una agenda cultural cada vez más activa.
El atardecer aquí es un pequeño ritual. La luz cambia, el mar se tiñe de tonos cálidos y el castillo se recorta en el cielo. Un momento perfecto para cerrar una jornada de escapada otoñal.
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