La intervención, financiada por la Fundación Hortensia Herrero, se inició en 2021 y concluirá en 2025. La magnitud del proyecto es extraordinaria: se están recuperando fragmentos originales arrancados en los años 50 y 60, se han restaurado 35 de los 90 paneles trasladados entonces a contrachapados, y se ha renovado la ornamentación y los dorados del interior.
Uno de los grandes hitos ha sido la relectura de los frescos quemados. A pesar del viraje cromático causado por el incendio, la limpieza, consolidación y estudio de pigmentos han permitido redescubrir pinceladas, formas y personajes que se daban por irrecuperables.
Una fotografía perdida que salvó la bóveda
El rescate de buena parte de la iconografía se ha logrado gracias a una fotografía histórica tomada por el aficionado Juan Alcón antes de 1936. Su imagen, conservada durante décadas en el despacho del padre de Pilar Roig, se ha convertido en la clave para reproducir digitalmente las zonas destruidas y reconstruir la narrativa visual del conjunto.
“Sin esa fotografía nunca hubiéramos podido reconstruir la bóveda”, subraya Roig. A partir de ella se ha generado una transferencia digital que se aplicará sobre paneles de fibra de carbono creados específicamente con la curvatura exacta de la cúpula original.
Hallazgos inesperados bajo los paneles
Durante el desmontaje de las intervenciones antiguas, el equipo ha descubierto inscripciones ocultas de los ayudantes que trabajaron con los Gudiol en 1965, además de anotaciones y fragmentos originales de pintura escondidos detrás de los paneles. Estos hallazgos ayudan a reconstruir la historia de la restauración y a entender cómo se manipuló la obra en el pasado.
Tecnología punta para recuperar lo irrecuperable
La restauración ha empleado métodos innovadores que rara vez se aplican simultáneamente en un mismo monumento:
- Limpieza con bacterias específicas para eliminar restos de colas y adhesivos antiguos.
- Ultrasonidos y láser de foto-ablación para retirar capas endurecidas de suciedad sin dañar el pigmento.
- Topografía 3D para reconstruir la geometría exacta de la bóveda.
- Transferencia digital para integrar las zonas perdidas con las conservadas.
- Fibra de carbono como soporte estructural ligero y estable.

“A pesar de todo lo que sufrió por el fuego y por restauraciones desafortunadas, la obra de Palomino sigue viva. Y volverá a emocionar”, afirma Roig.





Una iglesia que volverá a sorprender

El futuro de Santos Juanes combina recuperación histórica e innovación. La bóveda integrará pintura original, zonas reconstruidas y un videomapping que permitirá comprender la obra destruida sin falsificarla. Desde el zócalo hacia abajo, un diseño blanco y oro unificará visualmente el interior, evocando el esplendor barroco que marcó su historia.
Según el equipo de restauración, el público “se quedará sin palabras” cuando, en 2025, la iglesia muestre por primera vez en casi un siglo la grandiosidad que Palomino imaginó.
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1. Recuperar el color perdido
El incendio de 1936 abrasó completamente la policromía de la bóveda. Zonas ennegrecidas y pigmentos calcinados impedían leer la obra. Gracias a técnicas digitales y procesos de reintegración cromática, se ha logrado devolver luz, contraste y volumen a los frescos.
2. Reconstrucción virtual de pinturas desaparecidas
Las escenas originales del ábside no sobrevivieron. La única referencia era una fotografía histórica. A partir de ella se ha diseñado un videomapping que proyecta el contenido desaparecido con exactitud documental.
3. Traslado desde tablas deterioradas
Una intervención de los años 60 arrancó la pintura original y la fijó sobre tablas de madera que acabaron pudriéndose. Los restauradores han liberado la capa pictórica y la han trasladado a soportes modernos de fibra de carbono.
4. Recuperar la curvatura original
Las tablas planas deformaron la lectura espacial de la bóveda. El nuevo soporte reproduce la curvatura real del templo, permitiendo devolver al fresco su forma y perspectiva auténticas.
5. Eliminación de repintes y alteraciones
Intervenciones antiguas habían modificado caras, gestos y detalles, como el rostro de San Vicente Ferrer. Mediante geles específicos se han retirado los repintes para recuperar la iconografía original de Palomino.
6. Corrección de brochazos y añadidos impropios
Actuaciones poco acertadas dejaron sobre la superficie brochazos y soluciones improvisadas tras el incendio. Todo ello ha sido limpiado para restituir la coherencia de la composición.
7. Supresión de elementos ajenos a la obra
Algunas figuras mostraban accesorios añadidos con el tiempo, como la parrilla atribuida a San Lorenzo. Estos elementos ajenos han sido retirados para respetar la iconografía real.
8. Eliminación de la cola dañina incorporada en 1968
La adhesión de las pinturas a las tablas se hizo con una cola orgánica que acabó cristalizando y deteriorando la superficie. La solución ha llegado de la mano de la biotecnología: bacterias cultivadas para eliminar exclusivamente la cola sin afectar a la pintura.
9. Esculturas deterioradas: manos reconstruidas
El deterioro no afectaba únicamente a los frescos: algunas esculturas tenían manos deformadas, semejantes a “manoplas”. Se han reconstruido siguiendo modelos históricos.
10. Costras de suciedad y sales eliminadas con láser
En algunas zonas, la acumulación de humedad, polvo y sales formó costras endurecidas. Cuando ni geles ni métodos químicos funcionaron, se recurrió a la limpieza con láser para recuperar la superficie original.
El renacimiento de un símbolo valenciano
Con todas las intervenciones finalizadas, Santos Juanes se prepara para reabrir luciendo su esplendor barroco. La restauración no solo recupera una joya artística, sino que devuelve a Valencia uno de sus monumentos más emblemáticos, rescatado tras casi un siglo de heridas superpuestas.
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