Un enigma todavía: la Lengua Ibérica

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JOSE APARICIO PEREZ Los enigmas atraen la atención del ser humano con mayor o menor intensidad. Frente al enigma del mundo y de la vida, en cuya solución se afanan desocupados por una parte y de manera seria y científica teólogos, astrofísicos, biólogos, arqueólogos, paleontólogos, etc., por otra, hay enigmas de menor dimensión pero de gran importancia.

El desciframiento de lenguas antiguas, prehistóricas muchas de ellas, es uno de los enigmas en los que se aplican numerosos lingüistas. Tras el desciframiento del jeroglífico egipcio por Champollión, ayudado por la célebre y popular piedra de Rosetta, se pensó que ya sería fácil descifrar el resto de lenguas buscando textos similares multilingües.

Uno de los enigmas que se resisten, a pesar de los esfuerzos, es el que plantea la Lengua Ibérica. Desde hace varios siglos que se conocen textos a cuyo desciframiento se han aplicado demasiados aficionados y muchos especialistas. A pesar de los avances, de la mano de Gómez Moreno, Tovar, Untermann, Fletcher Valls y otros destacados investigadores, el enigma se resiste, no abre sus puertas, y al no poder penetrar en él un rico y seguro tesoro documental permanece estéril mientras aumenta la curiosidad.

La curiosidad, que excita el enigma, atrae la atención de numerosas personas de buena voluntad e insuficiente preparación, que siguen caminos tontos en unos casos y, en otros, viejas vías que ya se han recorrido una y mil veces y por las que transitan a la pata coja. Si su preparación fuera óptima no utilizarían caminos que no conducen a ninguna parte y las vías ya transitadas las recorrerían con tren de alta velocidad, para llegar al lugar donde las dejaron los anteriores usuarios y ver si vale la pena continuarlas.

De cuando en cuando y no de tarde en tarde como sería deseable, los periódicos, con esa fe y entusiasmo que constituye su encanto, nos ofrecen testimonios de descubrimientos definitivos sobre la Lengua Ibérica, es decir el final del enigma.

En esta ocasión la vía elegida ha sido la vasca, vía ya transitada en un ir y venir constante que no ha permitido solución definitiva aunque haya ayudado algo. Es lo que se conoce como teoría del vasco-iberismo. Fletcher Valls advirtió ya que, aunque no era la solución definitiva, sería un error ignorarla y convenía tenerla en cuenta como un elemento más que podría ayudar a la investigación científica.

La Lengua Ibérica es la lengua de las poblaciones prehistóricas de la vertiente mediterránea española y francesa entre el Segura y el Ródano/Herault. Lengua hablada exclusivamente hasta que, a partir de mediados del primer milenio antes de Cristo, se importan sistemas de escritura orientales, es decir alfabetos, y se empieza a escribir sobre plomo, cerámica, piedra, hueso, etc. Lengua prelatina como lo es la vasca, próximas ambas naturalmente tanto en lo geográfico como en lo estructural y lexicográfico.

El parecido entre ambas procede de esta semejanza que permitió la proximidad y contemporaneidad, pero que de ninguna manera da pie a que se pueda hablar de identidad. Fueron diferentes, lo que ha impedido que la vía del vasco-iberismo fuera la solución del enigma, de ahí que la abandonaran los muchos que la siguieron. Hoy, la opinión dominante, tal y como propusiera Fletcher Valls, es que se debe tener en cuenta como punto de apoyo nada más.

Gudua deitzdea, se leyó tiempo ha en el célebre “Vaso de los Guerreros” de Liria. Por “llamada de (o a la) guerra” se tradujo, a través del vasco, la leyenda que figuraba al pie de un combate entre guerreros montados en frágiles barquichuelas de fondo plano.

Sin embargo, cuando los textos son más extensos e intervienen otros factores lingüísticos, que no el mero parecido léxico, las traducciones ofrecen soluciones poco fiables.

No es la vía del vasco-iberismo la solución total y definitiva. Todos los intentos a su través será un viaje de ida y vuelta con las alforjas vacías y por caminos polvorientos de tan transitados. Lástima de tiempo perdido.

Quien desee ver textos ibéricos debe visitar el Centro Cultural La Beneficencia.