La viuda del Cid: Doña Jimena Díaz, señora de Valencia tras la muerte del Campeador

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Jimena Díaz, esposa de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador, asumió el liderazgo de Valencia tras la muerte de su esposo en 1099. Gobernó la ciudad hasta que, ante la amenaza de los almorávides, fue evacuada en 1102. Aunque los detalles de su vida posterior son fragmentados, su legado como mujer fuerte y carismática sigue vivo en la historia.

La figura de Doña Jimena Díaz es una de las más importantes de la historia medieval española, pero también una de las menos documentadas. Esposa del legendario Cid Campeador, Jimena no solo compartió con él la fama y el poder durante su vida, sino que, tras su muerte en el verano de 1099, asumió el control total de Valencia y las tierras que su esposo había conquistado. Durante su viudedad, Jimena enfrentó la difícil tarea de mantener una ciudad sitiada por las tropas almorávides y finalmente, tuvo que abandonar Valencia en 1102 por orden de Alfonso VI, su primo y rey de Castilla y León. Aun así, la historia de Jimena está marcada por su carácter decidido y su capacidad para gobernar en un contexto de conflicto bélico y social.

Doña Jimena: El legado de una mujer al mando

El nombre de Jimena Díaz ha quedado registrado en la historia por su papel junto al Cid, pero también por su papel como gobernante tras su muerte. Según el historiador David Porrinas, “que Jimena lograse gobernar, no solo durante las campañas de su marido, sino tras su muerte, es señal de la fidelidad que los hombres de Rodrigo le profesaban. Aunque es poca la información que tenemos sobre ella, hay suficientes datos para mostrarnos a una mujer con un fuerte carácter y cierto carisma”. Este breve análisis subraya el valor de una mujer que, en tiempos de guerra y crisis, supo mantener el control de una ciudad tan importante como Valencia.

Cuando el Cid falleció en 1099, Jimena no solo heredó sus tierras y propiedades, sino también la responsabilidad de defender Valencia frente a un enemigo implacable: los almorávides, un poderoso ejército que, tras ser derrotado por el Cid, volvió a intentar conquistar la ciudad levantina. Jimena, sin embargo, contó con la lealtad de los caballeros de su esposo, la mesnada cidiana, que la ayudaron a resistir un prolongado asedio.

Los primeros años tras la muerte del Cid

El Cid murió en julio de 1099, dejando a Jimena como única responsable de Valencia. Durante los tres años siguientes, Jimena ejerció un control total sobre la ciudad, gobernando con la ayuda de los fieles caballeros de su esposo y de otras figuras importantes, como el obispo Jerónimo, quien también tenía interés en mantener el poder cristiano en Valencia.

Sin embargo, la situación de la ciudad era complicada. Los almorávides, bajo el mando del general Mazdalí, comenzaron a cercar Valencia en 1101. Jimena y sus hombres resistieron durante meses, pero la ayuda exterior escaseaba. Aunque Alfonso VI intentó socorrer la ciudad, la distancia y las dificultades logísticas hicieron que su apoyo fuera insuficiente.

En 1102, tras un largo y agotador asedio, Jimena solicitó la ayuda del rey Alfonso VI, quien acudió con su ejército para liberar la ciudad. Sin embargo, al ver que mantener Valencia era prácticamente imposible, Alfonso decidió evacuarla. En mayo de 1102, Jimena y el rey castellano abandonaron la ciudad, no sin antes incendiarla para evitar que los almorávides tomaran posesión de ella de inmediato. Así terminó el breve periodo de dominio cristiano sobre Valencia, una ciudad que había sido conquistada por el Cid en 1094 y que, durante casi ocho años, había permanecido bajo su control y el de su esposa.

La vida de Jimena después de Valencia

Tras la evacuación de Valencia, Jimena regresó a Castilla con los restos embalsamados de su esposo, el Cid, para enterrarlo en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, cerca de Burgos. Este monasterio, que había sido un refugio para Jimena y sus hijas durante el primer destierro del Cid, se convirtió en su lugar de descanso final, tanto para Rodrigo Díaz como para Jimena.

No se sabe mucho sobre la vida de Jimena después de su regreso a Castilla. Algunos documentos, como una donación realizada en 1103, muestran que Jimena siguió gestionando sus propiedades. En ese año, firmó un documento en el que vendía un monasterio a dos canónigos de Burgos, lo que demuestra que mantenía una vida activa, aunque no necesariamente recluida en el monasterio de San Pedro de Cardeña, como sugiere la Leyenda de Cardeña, una tradición que comenzó a difundirse en el siglo XIII.

Lo más probable es que Jimena pasara sus últimos años en alguna localidad cercana a Burgos, gestionando las propiedades que había heredado de su esposo y velando por el bienestar de sus hijas y nietos. Aunque los detalles exactos de su vida son inciertos, se sabe que Jimena murió entre 1113 y 1116, probablemente en el último año.

El lugar de descanso de Doña Jimena

El destino de Doña Jimena tras la muerte del Cid: La encrucijada sobre su lugar de descanso
Doña Jimena Díaz, esposa de Rodrigo Díaz de Vivar, quedó a cargo de Valencia tras el fallecimiento del Cid en 1099. A lo largo de los siglos, la incertidumbre sobre su lugar de enterramiento ha generado debate entre historiadores, con opciones que oscilan entre el Monasterio de San Pedro de Cardeña y el Monasterio de San Juan de la Peña.

La figura de Doña Jimena Díaz, más allá de su rol como esposa del legendario Cid Campeador, sigue siendo un enigma histórico en muchos aspectos. Tras su valentía al gobernar Valencia y resistir el asedio almorávide, la vida de Jimena pasó a segundo plano en las crónicas de su tiempo. Sin embargo, uno de los grandes debates alrededor de esta enigmática mujer es el de su lugar de descanso final. Aunque la mayoría de las versiones sostienen que fue enterrada junto a su esposo en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, también existe la posibilidad de que sus restos reposen en el Monasterio de San Juan de la Peña, en Aragón. Este último lugar fue hogar de la nobleza y religiosos de alto rango, lo que convierte a esta hipótesis en una opción plausible.

La posibilidad de su enterramiento en San Pedro de Cardeña

La tradición más conocida establece que Jimena fue enterrada junto al Cid en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos. Esta versión ha sido ampliamente difundida y aceptada a lo largo de los siglos, en parte gracias a la influencia de las crónicas posteriores al fallecimiento del Cid. Tras la evacuación de Valencia en 1102, Jimena trasladó el cuerpo embalsamado de su esposo para que fuera enterrado en este monasterio, que había sido un lugar de refugio para su familia durante el primer destierro del Cid.

Sin embargo, la historia del enterramiento de Jimena y el Cid no es sencilla. Durante la Guerra de la Independencia española, las tropas francesas saquearon el monasterio y profanaron las tumbas de la pareja. A consecuencia de este saqueo, los restos de ambos fueron trasladados temporalmente a Francia y luego, en 1921, devueltos a la Catedral de Burgos, donde actualmente reposan bajo una losa de mármol en el crucero central.

Este traslado definitivo a la catedral de Burgos consolidó la idea de que el Monasterio de San Pedro de Cardeña era el lugar original de enterramiento de Jimena, pero otras evidencias sugieren que su destino final pudo haber sido diferente.

La teoría del Monasterio de San Juan de la Peña

Otra posibilidad sobre el lugar de descanso de Jimena se encuentra en el Monasterio de San Juan de la Peña, ubicado en Aragón. Este monasterio fue un centro religioso de gran importancia en la Edad Media, y algunos documentos históricos sugieren que Jimena podría haber sido enterrada allí. En este sentido, un escrito antiguo menciona la existencia de una sepultura en San Juan de la Peña atribuida a Jimena Díaz, basándose en las inscripciones y registros de los monjes benedictinos que vivían en el monasterio.

El documento en cuestión afirma lo siguiente:

“Por el alma de su marido Rodrigo Díaz Campeador. Y tiene la carta original desta donación la iglesia catedral de Salamanca, donde la llevó el dicho don Gerónimo viniendo a ser obispo en ella después que se perdió Valencia. Por manera, que después que Rodrigo Díaz murió, estuvo su mujer más de dos años en Valencia, y aun no sabemos si estuvo hasta que los moros vinieron a apoderarse de ella, cuando se la dejó el rey don Alonso, que fue era mil ciento y cuarenta.

En el monasterio de San Juan de la Peña, que es de la Orden de San Benito, se halla la sepultura desta señora. Dice así una antiquísima tabla y memoria de los entierros señalados que hay en este monasterio: Hic requiescit Eximina Gomez, mulier Ruderici Cid, vulgo Ruy Diaz. No hace tanta fuerza esto como lo que luego diré. A la entrada de la iglesia está una muy antigua sepultura, y en la piedra que la cubre, como se usaba en aquellos siglos, están escritos o abiertos estos versos con letra lombarda:

In hac tumba requiescit domna Eximira Crispa famula praenobilis Hispaniae timira. Rugi Ranceris fuit nata Flacna, quae vir fecit Rodericus copulat princeps quem vocant Cid. Hinc terra erat, sed fuit tumulata Ceneta et extengentia fuerat sed humata jura Xonat.†

“Sed preda vicarius cum gaudio, Bona quae facit multo praesunt ea bono”._

Dice que está allí sepultada doña Jimena, cuya fama resplandece por toda España; y que le hizo aquella sepultura doña Felicia, hija del rey don Sancho; y que fue mujer de Rodrigo, a quien las gentes llaman Cid. Que fue allí sepultada en la era mil ciento y sesenta, y la embalsamaron a siete de marzo. Quede en la sepultura con gozo, porque hizo mucho bien a este monasterio.”

Este documento no solo sugiere que Jimena pudo haber sido enterrada en San Juan de la Peña, sino que también menciona a doña Felicia, hija del rey Sancho, como la persona que habría embalsamado y honrado a Jimena con su sepultura. Además, señala que Jimena fue enterrada en la era mil ciento y sesenta, lo que corresponde al año 1122 del calendario cristiano, lo que podría entrar en conflicto con otras fechas estimadas de su muerte, entre 1113 y 1116.

El enigma de los restos de Jimena

A pesar de las evidencias contradictorias, lo que queda claro es que Jimena fue una figura de gran relevancia histórica y que su lugar de descanso ha sido objeto de especulación durante siglos. El hecho de que los restos del Cid y Jimena fueran trasladados varias veces, sumado a la falta de documentación concluyente sobre su vida posterior a la evacuación de Valencia, ha contribuido a que este enigma permanezca sin resolver.

Es interesante destacar que el Monasterio de San Juan de la Peña era un lugar de gran prestigio, lo que podría explicar por qué Jimena habría sido enterrada allí. Además, su relación con los monjes benedictinos y su devoción religiosa, sumada a los lazos familiares con la nobleza aragonesa, refuerzan la idea de que Jimena podría haber pasado sus últimos años en este monasterio.

Por otro lado, la tradición del Monasterio de San Pedro de Cardeña y su estrecha vinculación con el Cid Campeador ofrecen una explicación igualmente plausible. Tanto Jimena como Rodrigo habían mantenido una relación cercana con este monasterio, lo que también lo convierte en un lugar probable para su enterramiento.

Un legado perdurable

Sea cual sea su lugar de descanso final, lo que queda claro es que Jimena Díaz fue una figura crucial en la historia medieval española. Como viuda del Cid, gobernó Valencia durante algunos de los momentos más difíciles de la ciudad, resistiendo el asedio almorávide y tomando decisiones críticas para la supervivencia de sus territorios.

El enigma de su tumba sigue siendo un reflejo del misterio que rodea a muchas figuras históricas femeninas. Mientras que la historia ha puesto más atención en los logros de su esposo, Jimena fue, en muchos sentidos, igual de influyente y poderosa. Su capacidad para gobernar y su legado como señora de Valencia permanecen como un testimonio de su fuerza y carácter.

El legado de una mujer fuerte

Aunque la historia de Jimena Díaz está envuelta en cierto misterio, lo que sabemos de su vida nos habla de una mujer fuerte, decidida y valiente. No solo compartió la gloria y el poder de su esposo durante su vida, sino que, tras su muerte, asumió la responsabilidad de gobernar una de las ciudades más importantes de la península ibérica en ese momento.

Su capacidad para resistir durante tres años en Valencia, enfrentando un asedio que habría hecho temblar a muchos otros, es un testimonio de su fortaleza y de la fidelidad que los hombres del Cid le profesaban. Aunque finalmente tuvo que abandonar la ciudad, su legado como gobernante y protectora de las tierras del Cid sigue siendo recordado.

¿Cuál crees que fue el mayor desafío de Jimena tras la muerte del Cid? ¿Fue su resistencia en Valencia una muestra de su gran liderazgo o simplemente una consecuencia inevitable de las circunstancias?