VALÈNCIA — Pocos visitantes de la Plaza de la Virgen saben que, donde hoy se alza el jardín anexo al Palacio de la Generalitat, existió durante siglos el verdadero corazón administrativo de la ciudad: la Casa de la Ciutat. Este edificio monumental, símbolo del poder municipal medieval, fue derribado en el siglo XIX. Sin embargo, algunos fragmentos de su historia aún perduran en el paisaje urbano de València.


🏰 ¿Qué fue la Casa de la Ciutat?
La Casa de la Ciutat fue la segunda sede administrativa de València. La primera, construida tras la conquista cristiana de Jaime I en el siglo XIII, se ubicaba cerca de la actual Plaza de la Almoina, sobre los restos de la Valentia romana y la Balansiya musulmana. Sin embargo, a medida que la ciudad crecía en importancia, se hizo necesario un edificio más grande y representativo.
En tiempos de Jaime II, a principios del siglo XIV, se ordenó la construcción de una nueva casa consistorial junto a la Plaza de la Seo (actual Plaza de la Virgen), justo frente a la Catedral de València. Allí funcionaría durante más de cinco siglos como el epicentro de la vida política, judicial y social de la ciudad.

🖼️ Un edificio de poder y esplendor
La Casa de la Ciutat no era solo un edificio funcional. Contaba con:
- La Cambra Daurada (Sala Dorada), famosa por su riquísimo artesonado policromado.
- La Capilla dels Jurats, espacio de oración reservado para los jurados de la ciudad.
- Amplias salas de reuniones, archivos, cárceles, patios y dependencias administrativas.
Era el escenario donde se tomaban las grandes decisiones municipales, se firmaban acuerdos, se impartía justicia y se organizaban eventos de relevancia.
🔥 El declive y la demolición
A pesar de su importancia, el edificio apenas recibió restauraciones desde el siglo XVI. Llegado el siglo XIX, su estado de conservación era lamentable. Tras sufrir varios incendios y años de abandono, las autoridades municipales decidieron en 1854 su demolición, una pérdida patrimonial que hoy sería impensable.
La desaparición de la Casa de la Ciutat dejó un vacío urbano que posteriormente se transformaría en jardines anexos al Palacio de la Generalitat.
🛡️ ¿Qué nos queda de la Casa de la Ciutat?
Afortunadamente, algunos elementos arquitectónicos y artísticos fueron salvados y recolocados en otros espacios emblemáticos de València:
✨ La Cambra Daurada
El espectacular artesonado de la Cambra Daurada, considerado una joya del gótico valenciano, fue trasladado a la Lonja de la Seda, donde puede admirarse en una de sus salas principales.
🔩 Las cancelas de hierro forjado
Las rejas de hierro fundido que protegían las puertas de la Casa de la Ciutat también fueron recolocadas en la Lonja, integrándose perfectamente en su arquitectura.
🗿 La escultura del Arcángel San Miguel
El Arcángel San Miguel, patrón de la ciudad durante la Edad Media, presidía originalmente la Capilla dels Jurats. Aunque la escultura gótica original desapareció, en 1967 el Ayuntamiento de València encargó al escultor Florencio Ramón Ruiz una reproducción fiel en bronce mediante la técnica de la cera perdida.
Esta figura, imponente y simbólica, fue instalada bajo un dosel gótico en la verja de los Jardines del Palacio de la Generalitat, frente a la Plaza de la Virgen.
El Arcángel, armado con lanza y escudo, aparece dominando al demonio representado como un dragón a sus pies, reflejando el espíritu combativo y protector que caracterizó a San Miguel en el imaginario medieval.
📍 ¿Dónde se puede ver hoy la herencia de la Casa de la Ciutat?
- Jardines del Palacio de la Generalitat (Plaza de la Virgen): Escultura de San Miguel.
- Lonja de la Seda (Calle de la Lonja, Ciutat Vella): Artesonado de la Cambra Daurada y rejas originales.
🕰️ Un pasado que sigue vivo
Aunque la Casa de la Ciutat desapareció físicamente, su legado sigue latiendo en algunos de los lugares más emblemáticos de València. Su historia nos recuerda la grandeza medieval de la ciudad y la importancia de preservar el patrimonio frente a las amenazas del tiempo y el olvido.
Visitar la Lonja, pasear por los Jardines de la Generalitat o contemplar al Arcángel San Miguel no es solo disfrutar del arte y la belleza; es también rendir homenaje a un pasado glorioso que sigue formando parte de la identidad valenciana.