La Dama de Elche

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     JOSE APARICIOI PEREZ  El enigma que plantea la Dama de Elche sobrepasa el del propio busto y alcanza todo el conjunto de la estatuaria ibérica del periodo orientalizante. 

      Para conocerlo, descifrarlo, o aproximarse al mismo por lo menos, la Dirección Gral. del Patrimonio, a través de su Servicio de Arqueología,  organizó el coloquio “La Dama de Elche: más allá del enigma”,  celebrado en la UIMP desde el 10 al 11 del  mes de mayo (1996). 

      Durante los siglos sexto y quinto antes de Cristo, entre el Júcar y Segura dentro del ámbito de la Cultura Ibérica y, sobrepasándolo, por toda la Turdetania (anterior Tartessos, actual Andalucía),la Bastetania y la Oretania   las intensas relaciones con el mundo del Levante mediterráneo a través del comercio fenicio, imponen “modas” orientales e intensas influencias culturales que tienen expresión grandiosa y singular en la escultura y arquitectura, especialmente la funeraria. 

      Fruto de esa moda e influencias es la Dama de Elche, la escultura más representativa, singular y famosa de todo el arte peninsular en la Edad Antigua. Junto a ella se sitúan la Dama de Baza, la de Guardamar y, quizá también, habría que colocar la de Mogente en nuestro Corral de Saus, probable busto de una sirena encontrada en el mismo lugar.  

      Pero la Dama de Elche, pedazo de una figura mayor, se encontró “colgada” en un viejo vertedero; la de Mogente también fuera de su lugar, con la sirena cercenada; las Damitas de Mogente, grupo escultórico funerario, mutiladas y reutilizadas en estructuras funerarias del siglo cuarto antes de Cristo. Idéntico destino que la mayor parte de los grifos, leones, sirenas, harpías, esfinges, toros, etc. etc. del periodo, encontrados rotos, destrozados en basureros o usados como simples sillares en construcciones de los siglos IV o posteriores. 

      La destrucción sistemática y generalizada de este tipo de escultura, o su simple desuso y arrumbamiento, caso de la Dama de Elche, es un hecho histórico, auténtico enigma, que obliga a los historiadores, arqueólogos en este caso, a buscar una explicación coherente y rigurosa. 

      Su reutilización ya en tumbas del siglo IV antes de Cristo asegura una fecha anterior para su destrucción, seguramente el s. V. La extensión de la destrucción permite conocer que fue un hecho generalizado desde el Júcar hasta la desembocadura del Guadalquivir. 

      La minuciosidad de la destrucción, cercenando y mutilando, indica ensañamiento. El uso posterior como simples piedras indica que su simbolismo ha desparecido y los nuevos usuarios no le dan ya ningún valor. 

      El hecho de que no se vuelva a labrar nunca más escultura con estas características da a entender que fue una moda, o influencias, o creencias, con escaso o nulo arraigo entre la población. 

      Una aprobable explicación o solución al enigma es que nos encontremos ante un movimiento social de amplia base y extensión, que termina con ideas y creencias importadas e impuestas. Arriesgando un poco más nos podríamos preguntar: ¿ nos encontramos ante la primera revolución o convulsión social de nuestra historia? 

      Aunque la respuesta fuera afirmativa el enigma se mantiene en cuanto a los protagonistas, el complejo entramado político y social que ello supone y el curso de los acontecimientos. 

      ¿Lo podremos conocer algún día?. El Coloquio de la UIMP intentó aproximarse. 

      De momento podemos ver una reproducción de la Dama de Elche y las esculturas del Corral de Saus (Damas y Sirena) en el Centro Cultural la Beneficencia.