📍 Crevillent / Villena, abril de 2025
En plena Edad del Bronce, hace más de 3.000 años, los habitantes de lo que hoy conocemos como el sur de la provincia de Alicante ya lucían joyas elaboradas con vidrio procedente de Egipto y del Próximo Oriente. Así lo revela un reciente estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Alicante junto a expertos de la Universidad de Augsburgo (Alemania), que ha analizado diversos ornamentos encontrados en yacimientos arqueológicos como Cabezo Redondo (Villena) y Peña Negra (Crevillent).
El hallazgo no solo permite reconstruir las antiguas técnicas de fabricación del vidrio, sino también comprender la existencia de redes comerciales sorprendentemente complejas y de largo alcance durante la prehistoria europea.
Un Mediterráneo conectado desde el segundo milenio a.C.
Según los resultados del estudio, durante el Bronce Tardío (siglos XVI–XII a.C.) predominaban los objetos fabricados con vidrio de ceniza vegetal, una técnica típica del Egipto faraónico y del entorno del Próximo Oriente, ampliamente difundida por el Mediterráneo y Europa Central.
Más adelante, en el Bronce Final (siglos X–IX a.C.), se documenta en el sureste peninsular la llegada de una nueva tecnología: el vidrio de natrón, también de origen egipcio, muy vinculado a los grandes centros del Mediterráneo oriental.
“Los materiales analizados no solo revelan una evolución técnica notable, sino que demuestran la presencia de objetos llegados desde culturas lejanas, siglos antes de la llegada de los fenicios”, explican los autores del estudio.
Granaduras, joyas y rutas comerciales
Los restos analizados consisten en granaduras, pequeñas cuentas que se unían mediante hilos o cordones para formar collares, brazaletes o adornos ceremoniales. En yacimientos como el de Cabezo Redondo, uno de los más importantes del Bronce en el este peninsular, se han identificado cuentas de vidrio vegetal decoradas con bandas de distintos colores, lo que denota un alto nivel técnico en su fabricación.
En el caso de Peña Negra (Crevillent), destaca especialmente el hallazgo de una cuenta de “azul egipcio” —un tipo de pigmento vítreo característico de la antigüedad faraónica—, en estratos datados entre los siglos X y IX a.C.
“La presencia de esta pieza, en un contexto tan temprano, supone una prueba inequívoca de la existencia de redes de intercambio de gran alcance en épocas muy anteriores a la colonización fenicia”, subrayan los investigadores.
Más allá del objeto: lo que revela la arqueología del vidrio
El equipo, formado por Virginia Barciela, Gabriel García, Alberto José Lorrio y Mauro S. Hernández Pérez, destaca que este estudio permite abrir nuevas líneas de investigación sobre la circulación de materiales vítreos y el contacto entre culturas en la Prehistoria. También se pone en valor la especialización de los talleres artesanales de la zona, capaces de transformar materias primas extranjeras en objetos de prestigio local.
Además, el análisis demuestra que la actual provincia de Alicante fue un punto estratégico en el mapa de las rutas comerciales antiguas, con conexiones tanto hacia el interior peninsular como hacia las costas del Mediterráneo oriental.
Un pasado brillante para comprender nuestro presente
Los hallazgos en Villena y Crevillent nos recuerdan que los pueblos de la Prehistoria no eran aislados ni estáticos, sino que formaban parte de una red viva de intercambios materiales, culturales y simbólicos.
El estudio, de carácter multidisciplinar, contribuye a enriquecer la comprensión de nuestro pasado y demuestra que, incluso en la Edad del Bronce, el vidrio viajaba, brillaba y unía mundos lejanos a través de pequeñas joyas que hoy nos devuelven el reflejo de aquella conexión.