El garrote: la máquina de la muerte más temida de España
El garrote fue, durante siglos, el instrumento de ejecución más temido de España y de varias colonias hispanoamericanas. Su sencillez lo hacía aún más aterrador: una silla de madera, un collar de hierro y un tornillo en la nuca. Nada más. Nada menos.
Un método “civilizado” de matar
A diferencia de la hoguera o la horca, el garrote tenía un propósito supuestamente “civilizado”: matar sin derramar sangre. Pero su frialdad mecánica lo volvía aún más inhumano. El verdugo, detrás del condenado, giraba lentamente una manivela. A veces un solo giro bastaba para romper el cuello; otras, el proceso era lento, casi quirúrgico. El aire se volvía un lujo, los músculos se tensaban, el cuerpo se volvía piedra.
El sonido del miedo
Durante siglos, esa silla fue testigo de los últimos suspiros de rebeldes, herejes, criminales y opositores políticos. Su sonido —el crujido del tornillo— simbolizaba la obediencia impuesta por el miedo. En las plazas públicas, entre el bullicio y la expectación, la justicia se confundía con el espectáculo.
Un instrumento que sobrevivió al progreso
Incluso en el siglo XIX, cuando Europa ya hablaba de derechos y progreso, el garrote seguía activo. Se usaba en plazas abiertas, bajo el sol, como advertencia. La modernidad llegaba a los trenes, la prensa y la ciencia, pero no a la muerte. El garrote continuó siendo el método oficial de ejecución en España hasta bien entrado el siglo XX.
El último giro del tornillo
La última ejecución con garrote en España tuvo lugar en 1974, bajo la dictadura de Franco. El verdugo aún giró la manivela, el tornillo aún crujió, y el silencio volvió a caer sobre la habitación de piedra. Aquel instante cerró uno de los capítulos más oscuros de la historia penal española.
Una reliquia sombría
Hoy, esa silla permanece como una reliquia de museo. No solo de un castigo, sino de una época en que la ley y la crueldad compartían el mismo asiento. Su presencia recuerda lo frágil que puede ser la frontera entre la justicia y la barbarie.
La madera envejecida, el hierro oxidado y el tornillo inmóvil son ahora símbolos del horror contenido en el silencio. El garrote, instrumento de muerte, se ha convertido en un espejo incómodo del pasado.
Fuentes
- Archivo Histórico Nacional
- Museo del Crimen y la Justicia, Madrid
- Documentación judicial y crónicas del siglo XIX