El Cojo Manteca: El símbolo inesperado de la rebelión juvenil de los 80 y su paso por Valencia

2 marzo, 2025
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De la marginalidad a icono de una generación marcada por el descontento social

Jon Manteca Cabañes, más conocido como “El Cojo Manteca”, es un nombre que aún resuena en la memoria colectiva de España. Su imagen, capturada en 1987 mientras destrozaba mobiliario urbano con una de sus muletas en una protesta estudiantil en Madrid, se convirtió en un símbolo de la rebeldía juvenil de la época. Sin embargo, su historia no se limita a ese instante de furia descontrolada, sino que es el reflejo de una vida marcada por la tragedia, la marginalidad y el desencanto social.

En este artículo, exploramos su vida desde sus orígenes en Mondragón hasta su paso por Valencia, donde protagonizó uno de los episodios más polémicos de su corta existencia.


Infancia y el accidente que marcó su destino

Jon Manteca nació el 9 de septiembre de 1967 en Mondragón (Guipúzcoa). Su vida cambió drásticamente a los 16 años cuando, en un acto de imprudencia juvenil, trepó una torre de alta tensión el 26 de enero de 1983. La descarga eléctrica que recibió le provocó la amputación de una pierna y graves heridas en la cabeza, que le dejaron una cicatriz prominente.

Este suceso no solo afectó físicamente a Jon, sino que también determinó el rumbo de su vida. A partir de ese momento, entró en un círculo de exclusión social, vagabundeo y pequeñas infracciones que lo llevaron a enfrentarse continuamente con la ley.


El estallido mediático: La manifestación del 23 de enero de 1987

Jon Manteca llegó a Madrid a mediados de los años 80 en una situación de indigencia, sin recursos ni perspectivas de futuro. Sin embargo, el 23 de enero de 1987, el azar lo convirtió en un icono inesperado de las protestas estudiantiles.

Aquel día, una multitud de jóvenes protestaba contra la reforma educativa del gobierno socialista de Felipe González en la confluencia de la calle Alcalá con la Gran Vía, frente al Ministerio de Educación. La protesta, que inicialmente era pacífica, se tornó violenta tras la intervención policial, que llegó a disparar contra los manifestantes, hiriendo a una joven de 15 años.

En medio del caos, Jon Manteca, contagiado por la tensión del momento, utilizó una de sus muletas para destrozar mobiliario urbano, incluyendo el icónico letrero del metro Banco de España y un reloj-termómetro. Las cámaras de la Agencia EFE captaron la escena, y su imagen recorrió las portadas de periódicos nacionales e internacionales, consolidándolo como un símbolo de la revuelta estudiantil, pese a no ser estudiante ni tener ninguna vinculación con la protesta.

Su presencia en medios como The New York Times o el Herald Tribune lo convirtió en un fenómeno mediático, aunque la atención que recibió no se tradujo en oportunidades para cambiar su destino.


Paso por Valencia: Detención en la Basílica de la Virgen de los Desamparados

Tras el episodio de Madrid, Jon Manteca continuó su vida errante, acumulando detenciones en diferentes ciudades de España. Uno de los momentos más polémicos de su vida ocurrió en Valencia el 12 de marzo de 1987.

Ese día, irrumpió en la Basílica de la Virgen de los Desamparados, donde comenzó a proferir insultos y blasfemias contra la religión católica. Su actitud provocó la indignación de los presentes, y un empleado del templo alertó a la policía. Fue detenido por escándalo público y condenado a 120 días de prisión en la cárcel Modelo de Valencia.

Este episodio reflejaba el estado de rebeldía permanente en el que vivía Jon, una persona atrapada en un sistema que no le ofrecía salidas. La prensa siguió con interés su caso, pero su imagen pública fue cambiando: de ser un símbolo de la protesta pasó a ser considerado un “delincuente habitual” por las autoridades.


Los últimos años y su trágico final

La vida de Jon Manteca nunca logró estabilizarse. Entre arrestos y periodos de indigencia, su salud se deterioró progresivamente. En agosto de 1987, en Bilbao, estuvo a punto de ser arrojado a la ría del Nervión por un grupo de personas que reaccionaron violentamente ante sus provocaciones.

Durante los años siguientes, pasó por diferentes prisiones y se vio inmerso en un espiral de consumo de drogas que agravó su situación. Finalmente, en 1996, con apenas 28 años, ingresó en el hospital Vega Baja de Orihuela (Alicante), donde falleció el 25 de mayo a causa del sida.

Fue incinerado en Torrevieja, cerrando así una historia marcada por la desesperanza y la exclusión social.


El legado de El Cojo Manteca: ¿Símbolo de una lucha o reflejo de un fracaso social?

A pesar de su trágico final, Jon Manteca sigue siendo recordado como un símbolo de la rebeldía juvenil de los años 80. Sin embargo, su historia plantea preguntas incómodas:

  • ¿Realmente fue un ícono de la lucha estudiantil o solo una víctima de la manipulación mediática?
  • ¿Qué hubiera pasado si la sociedad le hubiera brindado una oportunidad real de integración?
  • ¿Cuántos jóvenes como él han quedado en el olvido tras ser utilizados como símbolos momentáneos?

Su imagen sigue presente en la memoria colectiva, no solo como un recuerdo de aquellas revueltas, sino como un recordatorio de las fallas del sistema para acoger a quienes quedan al margen de la sociedad.

¿Qué opinas tú? ¿Fue Jon Manteca un héroe involuntario o simplemente una víctima del destino y la exclusión social?

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