La Interpol sigue tras la pista de los frescos perdidos del ábside de los Santos Juanes
21 de noviembre de 2025 · Redacción
La desaparición de los frescos que Antonio Palomino pintó en el ábside de la iglesia de los Santos Juanes continúa siendo uno de los episodios más enigmáticos del patrimonio valenciano. Más de treinta años después de que se denunciara su ausencia, la búsqueda internacional sigue activa: la Interpol mantiene el caso abierto porque, tal como recuerda la directora del proyecto de restauración, Pilar Roig, “este tipo de delitos nunca prescribe”.
La restauradora presentó la denuncia en los años 90, cuando empezó a investigar los fragmentos arrancados en la intervención realizada en los años 60. Su conclusión fue contundente: la zona del ábside desapareció por completo y jamás ha vuelto a aparecer. A pesar de que considera improbable una recuperación, Roig admite que mantiene una pequeña esperanza: “Ojalá algún día sepamos dónde están”.

Una desaparición envuelta en silencio

Durante la investigación que realizó para su primera restauración en el templo, Roig viajó a Barcelona para entrevistar a varios operarios que habían trabajado en la intervención de los hermanos Gudiol. Ninguno supo ofrecer una explicación convincente sobre el paradero de los frescos. Esa falta de respuestas fue lo que la impulsó a trasladar el caso a la Interpol y a documentarlo ante la Conselleria de Cultura.
El procedimiento seguido en los años 60 consistió en arrancar las pinturas originales, fijarlas sobre tela y adherirlas a paneles de madera contrachapada. Esos paneles regresaron a Valencia — excepto los del ábside, que nunca volvieron— y son los que se han recuperado en la restauración dirigida por la Universitat Politècnica de València.
Un ábside sin pinturas… pero no sin imagen
Ante la ausencia de los frescos originales, el equipo ha recurrido a la tecnología digital para restituir visualmente lo perdido. A partir de una antigua fotografía en blanco y negro, ha sido posible reconstruir el color y la composición original. Esta recreación se mostrará mediante un videomapping sobre la bóveda del presbiterio, que permitirá ver la imagen que Palomino concibió para ese espacio sin alterar la autenticidad del conjunto.
La solución tecnológica, aunque espectacular, no sustituye la investigación policial. Mientras tanto, la reapertura del templo —prevista para el 28 de noviembre— servirá para explicar al público tanto el renacimiento de la bóveda como el misterio que aún pesa sobre el ábside.
Cuatro años de restauración y una historia marcada por la pérdida
La rehabilitación integral, financiada por la Fundación Hortensia Herrero, ha requerido cuatro años de trabajo y seis millones de euros. No solo se han revertido los daños del incendio de 1936 y de intervenciones anteriores, sino que también se ha logrado devolver a la iglesia un conjunto pictórico de valor excepcional.
El templo, profundamente deteriorado durante décadas, recupera ahora una estética que combina pintura original, transferencia digital y un tratamiento integral de estucos, dorados y esculturas.
Sin embargo, la ausencia del ábside permanece como la herida que aún no ha cicatrizado. Y mientras no aparezcan los frescos, la Interpol seguirá buscándolos.
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