Historia, tradición y valor cultural de un teatro único en el mundo

Valencia conserva una de las tradiciones teatrales más singulares y arraigadas de su patrimonio cultural: los «Milacres de Sant Vicent Ferrer». Estas representaciones infantiles, conocidas popularmente por su nombre en valenciano, constituyen una joya del teatro popular y un testimonio vivo de la identidad valenciana. Los milagros son pequeñas obras teatrales que narran los prodigios atribuidos a San Vicente Ferrer, el taumaturgo más importante de la historia valenciana, y se representan al aire libre sobre unos escenarios decorados llamados «altars de Sant Vicent».
Estas representaciones, además de su valor religioso, se han convertido en un fenómeno cultural, teatral y lingüístico de enorme relevancia, que ha llegado hasta nuestros días gracias al esfuerzo colectivo de la sociedad valenciana.
Orígenes y evolución histórica
Los primeros altares dedicados a San Vicente Ferrer datan de mediados del siglo XV. El más antiguo documentado se levantó en 1461 en la calle del Mar de Valencia, impulsado por Juan Garrigues como muestra de gratitud por un milagro atribuido al santo.
En sus inicios, estos altares tenían un carácter ornamental y devocional, pero con el paso del tiempo fueron evolucionando hacia un formato teatral, con escenas dramatizadas sobre la vida y milagros del santo. El proceso de teatralización se consolidó entre 1817 y 1850, época en la que cada año se escribía y representaba un nuevo milagro, dando lugar a un auténtico teatro popular valenciano.


Estos escenarios callejeros se convirtieron en auténticos espacios escénicos, adornados con ricas telas y pabellones, presididos por la imagen del santo, donde grupos de niños interpretaban los milagros en lengua valenciana ante vecinos y visitantes.
El auge del siglo XIX: los grandes autores
Durante el siglo XIX, la tradición de los Milacres se enriqueció gracias a la aportación de destacados escritores valencianos. Figuras de la talla de Vicent Boix, Josep Bernat i Baldoví, Fèlix Pizcueta, Eduard Escalante o Constantí Llombart —muchos de ellos vinculados a la Renaixença valenciana— fueron los responsables de elevar el nivel literario y dramático de estas representaciones.
A partir del último tercio del siglo XIX, la sociedad cultural Lo Rat Penat se convirtió en un pilar fundamental de esta tradición, promoviendo la creación de nuevos textos en poesía valenciana y consolidando la representación de los milagros como una seña de identidad cultural.
La dificultad lingüística y la revitalización en el siglo XX
El avance del castellano en la vida social valenciana a partir de los años 40 del siglo XX supuso un reto para la continuidad de las representaciones. La progresiva pérdida del dominio del valenciano por parte de los niños hizo que Lo Rat Penat instituyera un concurso de milagros con el objetivo de estimular el uso del valenciano en el teatro infantil.
Paralelamente, en 1943 se creó la Agrupación Vicentina, que más tarde se convertiría en la Junta Central Vicentina de las Asociaciones. Este organismo coordina, desde entonces, los altares de la ciudad y vela por mantener viva esta tradición tan característica de las fiestas vicentinas.
El reconocimiento institucional y su valor patrimonial
En reconocimiento a su valor cultural, histórico y patrimonial, la Generalitat Valenciana declaró en 2015, mediante el Decreto 43/2015 de 10 de abril, a los Milagros o Milacres de Sant Vicent Ferrer como Bien de Interés Cultural Inmaterial.
Este reconocimiento protege y asegura la pervivencia de una manifestación cultural única en el mundo:
«Los Milacres constituyen una joya del teatro valenciano, una expresión de la identidad colectiva y un símbolo de la tradición festiva y teatral de Valencia».
Los Milacres hoy
Actualmente, las representaciones de los Milacres se realizan durante las fiestas vicentinas, que se celebran el segundo lunes de Pascua. Diversos barrios de Valencia levantan sus altares, entre los que destacan los de la calle del Mar, el Tossal, el Carmen y la Pila Bautismal, donde los niños siguen interpretando los milagros con la misma pasión y devoción que hace siglos.
Estas obras combinan elementos religiosos, costumbristas y, en ocasiones, satíricos, mostrando así la riqueza del teatro popular valenciano. La Junta Central Vicentina, Lo Rat Penat y las distintas asociaciones de barrio siguen trabajando para mantener viva esta joya cultural.
Conclusión
Los Milacres de Sant Vicent Ferrer son mucho más que representaciones infantiles. Son el reflejo de una sociedad que ha sabido conservar sus raíces, su lengua y sus tradiciones frente a los cambios sociales y lingüísticos. Son patrimonio vivo de Valencia y símbolo de su identidad festiva y teatral.
Su valor reside en ser un teatro genuinamente popular, transmitido de generación en generación, que une cultura, devoción, arte y lengua valenciana. Los Milacres siguen vivos en las calles de Valencia, en la voz de sus niños actores, y en el corazón de un pueblo orgulloso de su historia.
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