A pesar de convertirse en un fenómeno global y una mina de oro para Netflix, el creador del drama distópico revela lo que nadie imaginaba: ni fortuna ni calma, solo estrés, dientes perdidos y una batalla contra el sistema de derechos de autor surcoreano.
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De la gloria al dentista: los altos costes del fenómeno global
“El juego del calamar” no solo puso a Corea del Sur en el centro de atención global, también convirtió a su creador, Hwang Dong-hyuk, en un nombre reconocido internacionalmente. Sin embargo, la historia detrás del éxito mundial es mucho menos glamorosa de lo que los espectadores podrían imaginar.
En una reciente entrevista con la BBC, Hwang reveló que, aunque la serie generó 806 millones de euros para Netflix, él “honestamente, no ganó mucho”. Y no se trata de falsa modestia: según el guionista, su contrato con la plataforma lo obligó a ceder los derechos de autor, lo que le dejó fuera de las ganancias multimillonarias.
Por si fuera poco, el proceso de creación de la primera temporada fue tan estresante que, literalmente, perdió entre ocho y nueve dientes. Ahora, enfrentado a la presión de una segunda temporada con expectativas descomunales, bromea diciendo que probablemente necesitará una visita urgente al dentista… si es que le quedan dientes que sacar.
Segunda temporada: más juegos, más presión
Con un estreno el pasado 26 de diciembre, la segunda temporada de “El juego del calamar” ha retomado la narrativa en un punto complicado. Tras la muerte de casi todos los personajes de la primera temporada, Hwang tuvo que reinventar los juegos, el reparto y la trama, todo ello bajo la sombra del éxito previo y la crítica implacable de 330 millones de espectadores potenciales.
Los nuevos episodios no solo presentan un diseño actualizado de los juegos, sino que profundizan en personajes como el enigmático líder (interpretado por Lee Byung-hun), cuya historia y emociones finalmente se exploran.
Aunque los fans ya han convertido la serie en el contenido más visto de Netflix en tan solo 24 horas, Hwang admite que el nivel de estrés es incluso mayor que el de la primera temporada. Y si bien ahora el dinero es un factor motivador (“porque no gané suficiente la primera vez”), el creador confiesa que el proceso creativo sigue siendo agotador.
La trampa de los derechos de autor
El caso de Hwang Dong-hyuk pone de relieve un problema mayor en la industria del entretenimiento surcoreano: la obsoleta ley de derechos de autor. Según explicó el guionista, las plataformas de streaming, como Netflix, suelen exigir a los creadores que renuncien a sus derechos cuando firman contratos. Esto significa que, aunque sus proyectos generen cifras astronómicas, los guionistas, directores y actores reciben solo una parte ínfima de esos ingresos.
Hwang no es el único afectado. Este verano, numerosos trabajadores de la industria se unieron para exigir una reforma en las leyes de derechos de autor. Aunque el gobierno surcoreano reconoció la necesidad de un cambio, dejó la responsabilidad en manos de la industria, perpetuando un sistema que, en palabras de muchos creadores, “los estafa”.
Para Hwang, esto significa que, aunque trabajó 10 años para sacar adelante “El juego del calamar”, tuvo que recurrir a préstamos para mantener a su familia antes del estreno. La “modesta” cantidad inicial que recibió de Netflix palidece frente a los beneficios de la plataforma. Ahora, el guionista espera que la segunda temporada no solo compense ese desequilibrio, sino que abra las puertas a un trato más justo para los creadores.
Más allá del dinero: el sacrificio personal
El éxito de “El juego del calamar” no solo puso a prueba el sistema de derechos de autor en Corea del Sur, sino también la salud física y mental de su creador. Desde la presión inicial para sacar adelante el proyecto hasta el estrés de superar las expectativas con una nueva temporada, Hwang ha tenido que sacrificar más de lo que cualquiera podría imaginar.
Aunque el guionista asegura que está orgulloso del impacto cultural de su serie, no puede evitar reflexionar sobre los costos personales. “Aún no he ido al dentista, pero probablemente tendré que sacarme algunos más muy pronto”, declaró con humor amargo.
¿Qué nos enseña el éxito de ‘El juego del calamar’?
Más allá del entretenimiento, la historia detrás de “El juego del calamar” revela la cara menos conocida de la industria del streaming: un sistema que favorece a las grandes plataformas a costa de los creadores. Mientras Netflix sigue capitalizando el éxito global de la serie, Hwang Dong-hyuk y otros guionistas surcoreanos luchan por un trato más justo en una industria que, irónicamente, depende de su talento.
¿Deberían las plataformas como Netflix reconsiderar sus políticas contractuales y permitir que los creadores compartan los beneficios de sus éxitos? O, ¿seguiremos viendo cómo la creatividad se sacrifica en el altar del capitalismo global? 🌍📺