Locos por Valencia

La “Carta de Cristóbal Colón» revisada por un valenciano

La Carta de Cristóbal Colón enviada desde Lisboa en marzo de 1493 es el primer informe oficial que Colón se dirigió a los Reyes Católicos sobre los resultados de su primer viaje al continente americano. En ella, Colón describe sus descubrimientos y presenta sus impresiones sobre las tierras y las personas que encontró. Esta carta es fundamental para la historia, ya que dio a conocer en Europa la existencia de un «Nuevo Mundo».

Aquí tienes un resumen de los elementos clave que describen la carta:

1. Descubrimiento de Nuevas Islas

2. Riquezas Naturales

3. Observaciones sobre los Habitantes Indígenas

4. Posibilidades Económicas

5. Fundación de la Villa de Navidad

6. Conclusión y Petición a los Reyes

En resumen, la carta es tanto un relato de exploración como una estrategia de persuasión, en la que Colón busca convencer a los Reyes de la importancia de estos descubrimientos y del potencial económico y estratégico de las tierras recién descubiertas.

Aquí tienes una transcripción de la Carta de Cristóbal Colón enviada desde Lisboa en marzo de 1493:


Señor:

Porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, os escribo esta, por la cual sabréis cómo en treinta y tres días pasé a las Indias con la armada que los muy ilustres Rey y Reina, nuestros Señores, me dieron; donde yo hallé muchas islas pobladas con gente sin número, y de todas he tomado posesión por Sus Altezas, con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho.

A la primera que yo hallé, puse nombre San Salvador, a conmemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado: los indios la llaman Guanahaní. A la segunda puse nombre la isla de Santa María de la Concepción; a la tercera, la Fernandina; a la cuarta, la Isabela; a la quinta, la isla Juana; y así a cada una nombre nuevo.

Cuando llegué a la isla Juana seguí su costa al poniente, y la hallé tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo; y como no hallé allí villas ni lugares en la costa de la mar, salvo pequeñas poblaciones con la gente de las cuales no pude tener habla, porque huían todos, seguí adelante por el dicho camino, pensando no errar en grandes ciudades o villas. Al cabo de muchas leguas, viendo que no había innovación y que la costa me llevaba al setentrión, adonde era mi voluntad contraria porque el invierno estaba ya entrado y tenía propósitos de hacerme al austro, y también el viento me dio adelante, determiné de no esperar otro tiempo, y volví atrás hasta un puerto señalado, de donde envié dos hombres por la tierra para saber si había rey o grandes ciudades.

Anduvieron tres jornadas y hallaron infinitas pequeñas poblaciones y gente sin número, pero sin régimen alguno, por lo cual se volvieron. Yo entendía de otros indios que ya había tomado que continuamente esta tierra era isla, y así seguí la costa de ella al oriente ciento siete leguas hasta donde hacía fin; del cual cabo vi otra isla al oriente, distante de ella dieciocho leguas, a la cual puse luego nombre la Española.

En ella hay muchos puertos en la costa de la mar, sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y muchos y buenos y grandes ríos; las tierras de ellas son altas y en ellas hay muchas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Tenerife. Son todas fermosísimas, de mil hechuras y todas andables, llenas de árboles de mil maneras y altos, y parecen que llegan al cielo. He dicho que jamás pierden la hoja, y he visto que están tan verdes y hermosos como son en mayo en España. Unos estaban floridos, otros con fruto, y otros en otro término, según la calidad.

En el mes de noviembre, donde yo andaba, cantaba el ruiseñor y otros pajarillos de mil maneras. Hay palmas de seis u ocho maneras, que es admiración verlas por la desemejanza fermosa de ellas, como de los otros árboles y frutos y hierbas. Hay pinares y campiñas grandes. Hay miel y muchas maneras de aves y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales y hay gente inestimable número.

La Española es maravilla: las sierras y montañas, las vegas y campiñas, y tierras para sembrar y plantar, para criar ganados de todas maneras, para edificar villas y lugares. Los puertos de mar, los ríos, las aguas son grandes y buenas. La mayor parte de los cuales traen oro. En los árboles y frutos y yerbas hay grandes diferencias de las de Juana. En esta hay muchas especias y grandes minas de oro y de otros metales.

La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y tenido noticia andan todos desnudos, hombres y mujeres, como sus madres los paren, aunque las mujeres usan una hoja de yerba o una cosa de algodón que para esto preparan.

No tienen fierro ni acero ni armas, ni son para ello. No porque no sean gente de buen tamaño y de fermosa estatura, salvo que son muy temerosos a maravilla. No tienen otras armas salvo arcos y flechas, y estas son de cañas, a las cuales ponen en el cabo un palillo agudo. No usan de estas armas muchas veces, pues me ha acontecido enviar dos o tres hombres a alguna villa para hablar, y la gente salía sin número; y cuando nos veían llegar, huían sin aguardar a padre o madre.

Es verdad que, después que se aseguran, pierden este miedo y son tan ingenuos y liberales con lo que tienen, que no se lo creerían sino quien lo ve. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen que no; antes, convidan a la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones. Sea cosa de valor o de poco precio, luego por cualquiera cosa de cualquier manera que se le dé por ello están contentos.

Yo prohibí que no se les diesen cosas tan viles como pedazos de escudillas rotas y pedazos de vidrio roto, y cabos de agujetas, aunque cuando ellos lograron poder llenar de estas cosas, parecían tener la mejor joya del mundo.

En todas estas islas no he hallado monstruos como muchos pensaban, sino toda gente de muy buen acatamiento, salvo que todos creen que las fuerzas y el bien están en el cielo, y ellos piensan que yo y estos navíos venimos del cielo. Ellos eran los primeros en proclamarlo adonde yo llegaba, y los otros iban corriendo de casa en casa y a las villas cercanas, con voces altas: «Venid, venid a ver la gente del cielo». Así todos, hombres como mujeres, tras perder el miedo venían, que no quedaba grande ni pequeño.

En conclusión, así porque este viaje fue hecho de manera breve, pueden ver Sus Altezas que les traeré oro cuanto hayan menester, con muy poco ayuda que me den; ahora especias y algodón cuanto manden cargar, y almáciga cuanto manden cargar; y esclavos, cuantos manden cargar, de los idólatras.

Dada en la carabela, sobre las Islas Canarias, el 15 de febrero de 1493.

Cristóbal Colón


Esta transcripción busca conservar el estilo de la época mientras se hace accesible para su lectura moderna. La carta de Colón representa su primer reporte sobre lo que creía que eran las Indias, pero en realidad era el continente americano, cambiando así el curso de la historia mundial.

Esta edición crítica, titulada “Carta de Cristóbal Colón enviada de Lisboa a Barcelona en marzo de 1493”

La mención a “Valencia” en la Carta de Cristóbal Colón se debe a que la edición de 1869 fue publicada por un editor anónimo que compuso con el seudónimo “de Valencia”. Esta edición crítica, titulada “Carta de Cristóbal Colón enviada de Lisboa a Barcelona en marzo de 1493” , no es la carta original escrita por Colón, sino una versión revisada y ampliada que incluye un análisis de diferentes copias de la carta y comentarios sobre sus variantes. La edición fue impresa en Viena, en la Tipografía Imperial, y tenía como objetivo reconstruir el texto más fiel posible a la versión original de Colón.

En el siglo XIX, existía un gran interés en revisar y autenticar documentos históricos como los que narraban el descubrimiento de América. Los avances en filología y los estudios históricos impulsaron a muchos académicos a comparar manuscritos y versiones impresas de cartas como esta, para determinar su autenticidad y corregir errores. Bajo el seudónimo «de Valencia», este editor incluyó anotaciones, comparaciones entre varias versiones de la carta y evaluó las diferencias entre ellas, como los errores tipográficos y las fechas discrepantes. Por ejemplo, señaló un error en la fecha de algunas versiones, que citan el 14 de marzo en lugar del 4 de marzo de 1493, lo cual es importante al considerar el contexto y la cronología exacta del viaje de Colón.

Propósito de Firmar como “de Valencia”

La elección de firmar como “de Valencia” probablemente fue una decisión intencionada para situar la obra en el contexto de la tradición cultural e histórica de Valencia. Durante el siglo XIX, Valencia, al igual que otras ciudades de España, experimentó un renacimiento cultural que impulsó el interés en la historia y los estudios académicos. Firmar bajo un seudónimo también era común en esa época, ya sea para mantener el anonimato o para conferir un aire de objetividad académica.

Así, al firmar como “de Valencia”, el editor daba a la obra un contexto geográfico y vinculaba la publicación a la corriente de estudios históricos valencianos. Este seudónimo añadía un tono de rigor académico a la obra, mientras destacaba el interés de la región en la preservación y análisis de documentos históricos.

Contenido y Enfoque de la Edición Crítica

En su análisis, “de Valencia” compara varias copias de la carta de Colón, como la versión latina impresa en Roma en 1493 y una copia en los archivos de Simancas, España. En la introducción, el editor describe su método para identificar y comparar errores, nombres de islas y detalles geográficos en cada versión. Por ejemplo, examina cómo la traducción al latín pudo haber alterado ciertos términos y fechas, como en el caso de la fecha de la carta, y analiza cómo estos detalles pueden influir en la interpretación del documento. También explora a quién iba realmente dirigida la carta y qué tan confiables eran las distintas versiones.

El objetivo del editor era ofrecer una versión fiel a la carta original que Colón envió a los Reyes Católicos, aportando claridad sobre sus variantes y facilitando al lector moderno una comprensión precisa del contexto de la exploración y descubrimiento. La decisión de usar el seudónimo “de Valencia” situó la publicación dentro del interés valenciano en los estudios históricos de la época y promovió el papel de esta ciudad en la investigación histórica.

En la edición crítica de la Carta de Cristóbal Colón publicada bajo el seudónimo «de Valencia», el editor señaló una serie de errores y discrepancias importantes entre distintas versiones de la carta. Estos errores son relevantes porque afectan la interpretación histórica y geográfica del texto original de Colón. A continuación, se describen los principales errores destacados por el editor:

1. Fecha Incorrecta de la Carta

2. Diferencias en los Nombres de las Islas

3. Errores en el Destinatario de la Carta

4. Variaciones estilísticas y de lenguaje

5. Erratas tipográficas en Versiones Tempranas

6. Omisión de la Posdata en Algunas Versiones

7. Errores en la Descripción Geográfica


La edición crítica realizada por “de Valencia” es un esfuerzo por identificar, analizar y corregir estos errores para proporcionar una versión lo más fiel posible al texto original de Colón. Esto ayuda a los lectores modernos a interpretar con precisión el contexto y la magnitud de los descubrimientos y del viaje que dio comienzo a la expansión europea hacia el Nuevo Mundo.

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