🧙♂️ Leyenda de Valencia
Una de las leyendas más conocidas y queridas de Valencia es la del “Tribunal de las Aguas”. Esta institución es de origen medieval y, a lo largo de los siglos, ha llegado a adquirir tintes casi míticos, inspirando un profundo respeto y admiración entre los valencianos. Se trata de un tribunal de justicia que regula el uso del agua de riego procedente de las acequias del río Turia, y su sede se halla en un emplazamiento tan simbólico como lo es la puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia.
El Tribunal de las Aguas es una de las instituciones de justicia más antiguas de Europa, con una historia que se remonta más de mil años. Se dice que fue constituido por el califa Abd al-Rahman III en el siglo X, en tiempos de dominación árabe. Sin embargo, no todas las fuentes coinciden con esta época de origen y algunos estudiosos sostienen que su configuración actual podría datar de los siglos posteriores, ya con la introducción de los fueros cristianos tras la reconquista de la ciudad por el rey Jaime I de Aragón. La leyenda del tribunal adquiere un aura mística en gran medida por su carácter oral y la falta de documentación escrita que, como en cualquier institución popular, le otorga libertad para interpretarse y recrearse con el paso del tiempo.
Este tribunal se compone de ocho miembros, llamados síndicos, cada uno representando a una de las acequias principales del sistema de riego de la huerta valenciana: Quart, Benàger i Faitanar, Tormos, Mislata, Mestalla, Favara, Rascanya y Rovella. Cada jueves al mediodía, estos síndicos han de reunirse en la Plaza de la Virgen, sentados en un semicírculo frente a la puerta de los Apóstoles de la catedral, vestidos con sus tradicionales blusas negras. La escena es un vivo reflejo de una tradición ancestral que mezcla diligencia, respeto y arte popular.
La leyenda tejido en torno a este tribunal gira en torno a su procedimiento. Cuando se inicia la sesión, el alguacil se levanta y el secretario lee el expediente de cada disputa. Los reclamantes exponen sus quejas de manera oral, sin necesidad de escritos, y posteriormente escuchan el fallo del tribunal, que es inapelable. Una de las historias más fascinantes en torno a este procedimiento es cómo takean las decisiones: se dice que es por consenso unánime y, en general, suelen inclinarse por la justicia y el sentido común en lugar de aplicar principios jurídicos estrictos, una práctica que en muchas ocasiones ha causado asombro y admiración.
Una de las leyendas más populares relacionadas con el Tribunal de las Aguas es la de “El Síndico Justo”. Cuenta la leyenda que, hace varios siglos, en una sesión del tribunal, se presentó un caso en el que un humilde agricultor había sido acusado de desviar el curso del agua para beneficio propio, causando así perjuicio a sus vecinos. Al interrogársele, el hombre juró por la Virgen que no había cometido tal deslealtad, aunque todas las pruebas parecían estar en su contra. Impresionado por el fervor y la humildad del agricultor, uno de los síndicos que adquirió fama por su sabiduría y rectitud, indicó que el juicio debía basarse no solo en evidencias, sino también en la honestidad reflejada en los ojos del acusado.
La tradición dice que, tras una intensa deliberación, el tribunal decidió absolver al agricultor por falta de pruebas firmes, honrando su juramento. A partir de ese día, la fama del Síndico Justo se extendió como símbolo de equidad y virtud, encarnando el ideal de justicia basada en principios humanos y la capacidad de ver más allá de las apariencias. Este ideal sigue influyendo en la visión que los valencianos tienen de una justicia popular, próxima y abierta.
El Tribunal de las Aguas, al ser reconocido en 2009 por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, fue un homenaje a su inestimable aporte y preservación de las prácticas culturales ancestrales de Valencia. La historia también nos enseña que, aún en tiempos de cambio, existen instituciones y tradiciones que, por su relevancia social y cultural, permanecen intactas frente a los embates del tiempo. Representa la continuidad de una cultura agrícola que tuvo su auge en el periodo musulmán y que se mantiene viva gracias a la devoción de los valencianos por sus costumbres.
Así, el Tribunal de las Aguas no es solo un órgano de arbitraje, sino también el testimonio viviente de una rica y arraigada herencia cultural, encarnando la sabiduría popular que rezuma la valenciana y sus leyendas, de tal manera que cada jueves, como un ritual inmutable y colorido, el mito y la historia se entrelazan, avivando la llama de una comunidad que nunca ha olvidado la importancia del diálogo y la justicia equitativa. Desde sus narrativas de justicia hasta los personajes que componen sus historias, el tribunal es un auténtico estandarte de lo que significa ser valenciano, entrelazando pasado y presente en una Semana donde la historia de Valencia se renueva con cada veredicto justo y resonante.