En lo alto de un cerro escarpado, donde el viento susurra viejas leyendas y las piedras guardan silencios de siglos, se alza Chodos, uno de los pueblos más mágicos y desconocidos del interior de Castellón. Este pequeño enclave medieval, encaramado en el Parque Natural del Peñagolosa, no solo esconde restos de castillos árabes y ermitas centenarias… también custodia un enigma que ha pasado de generación en generación entre los viejos caminantes.
A las afueras de la población, subiendo por sendas olvidadas y barrancos con nombres que despiertan la imaginación —como el Barranc dels Frares o la Senda de l’Amargura—, se encuentra un lugar especial: la Masía de Gargant.
No es una masía cualquiera.
Su propio nombre, dicen algunos, podría estar relacionado con el mítico Monte Gargano, en Italia, lugar de aparición de San Miguel, protector de los guerreros medievales. Otros aseguran que este emplazamiento fue en tiempos remotos un cenobio o refugio espiritual, donde ermitaños y viajeros buscaban paz, meditación… o quizás protección.
Los símbolos grabados en sus puertas, las enormes salas interiores, y las cruces de piedra que marcan sus caminos parecen advertir que aquí se entra en un espacio sagrado. Incluso algunos elementos arquitectónicos recuerdan a construcciones templarias o a antiguos retiros monásticos de la Europa medieval.
Lo cierto es que no existen documentos oficiales que desvelen el secreto de Gargant. Pero su localización, aislada y cargada de magnetismo, sigue atrayendo a curiosos y senderistas que sienten que allí… el tiempo se detiene.
¿Fue Gargant un cenobio oculto? ¿Un enclave de paso de alguna ruta secreta medieval? ¿Un lugar de iniciación o penitencia?
Quizás nunca lo sabremos.
Lo que sí está claro es que el entorno de Chodos, sus ermitas históricas, sus callejuelas empedradas y las montañas que lo rodean guardan muchas más historias de las que aparecen en los libros.
Solo hay que atreverse a escuchar lo que las piedras aún susurran.
Chodos: el pueblo colgado entre las nubes que esconde los susurros de un pasado olvidado
En el corazón de la provincia de Castellón, allí donde las montañas del Parque Natural del Penyagolosa rozan el cielo y el silencio se convierte en leyenda, se encuentra Chodos (o Xodos en valenciano), un pueblo que parece detenido en el tiempo.
Su castillo medieval, colgado de un risco, sus callejuelas empinadas de piedra y sus ermitas centenarias hacen de esta villa un rincón único. Es un lugar donde cada piedra, cada fuente y cada cruce de caminos guarda una historia… o quizás un secreto.
¿Un cenobio oculto en la Masía de Gargant?
A las afueras de Chodos, entre barrancos y sendas de antiguos peregrinos, se levanta un lugar envuelto en misterio: la Masía de Gargant.
Mucho más que una simple construcción rural, la tradición oral siempre ha señalado este lugar como algo especial. Las sendas que llevan hasta allí tienen nombres evocadores: el Barranco de los Frailes, la Senda de la Amargura… caminos que parecen más propios de un monasterio o un antiguo refugio espiritual que de un mas cualquiera.
Al llegar a Gargant, aún se conservan restos de cruces de piedra que marcan la entrada a lo que muchos consideran “territorio sagrado”. Las viejas puertas muestran símbolos grabados, señales que alimentan las leyendas sobre un cenobio perdido o incluso sobre órdenes religiosas que buscaron refugio en este lugar remoto.
Se dice que los ermitaños de la zona acudían a encerrarse en soledad para orar, lejos del mundo. Otros hablan de antiguos guardianes que custodiaban reliquias y saberes olvidados.
Chodos, un pueblo de piedra y leyenda
Pero Chodos es mucho más que su misterio. Es un museo al aire libre. Su castillo árabe —posteriormente reconquistado por Jaume I— sigue vigilante en lo alto del cerro. Sus ermitas, como la de San Juan Bautista o la de San Cristóbal, son testigos mudos de siglos de devoción y peregrinación.
Su iglesia gótica de San Pedro, sus calles estrechas, su gastronomía de olleta y carnes a la brasa… todo en Chodos huele a tradición, a autenticidad.
Y al fondo, siempre, la silueta majestuosa del Penyagolosa, la montaña mágica de los valencianos, protegiendo un paisaje que sigue susurrando historias.
Un destino para buscadores de leyendas
Chodos no es solo un destino rural. Es un lugar que despierta la imaginación. ¿Qué secretos se esconden aún bajo sus piedras? ¿Qué significan los símbolos olvidados de la Masía de Gargant? ¿Qué viajeros, monjes o guerreros dejaron su huella en estos senderos?
Solo el que se atreva a caminar en silencio, a escuchar el rumor del viento y a leer las señales ocultas en el paisaje podrá intuir las respuestas.
Porque hay lugares que no solo se visitan… se sienten.