🧙♂️ Leyenda de Valencia
Una de las leyendas más conocidas en Valencia es la del Dragón del Patriarca, un relato que ha pasado de generación en generación. Esta historia se centra en un dragón que supuestamente habitaba la ciudad durante la Edad Media, sembrando el terror entre los habitantes de la ciudad.
La historia comienza en el siglo XVII, cuando la ciudad de Valencia vivía momentos de prosperidad. No obstante, esta tranquilidad se vio interrumpida por la llegada de una criatura misteriosa y aterradora que comenzó a causar pánico en las calles de la ciudad. No era una mera superstición, sino el avistamiento de una criatura que, según las descripciones de la época, poseía un cuerpo largo y escamoso, unas colosales alas de murciélago, afilados colmillos y mirada incendiaria.
La criatura merodeaba por la parte antigua de la ciudad, atacando animales y, ocasionalmente, personas que osaban adentrarse en sus dominios durante la noche. El temor era tal que los ciudadanos evitaron transitar por ciertas zonas después del anochecer. La situación llegó a un punto en el que las autoridades locales empezaron a discutir las medidas necesarias para eliminar la amenaza del dragón.
En aquellos tiempos, se decía que pocos hombres de valor existían, pero entre ellos destacó el caballero Jaume Blasco, un joven conocido por su destreza con la espada y su coraje. Blasco, decidido a liberar a la ciudad del tormento del dragón, prometió al Consejo de Valencia que acabaría con la criatura y devolvería la paz a los ciudadanos.
La tradición nos cuenta que el caballero Jaume Blasco, armado con una armadura revestida de acero y protegido por un escudo adornado con el emblema de su familia, se adentró en la noche oscura en busca del dragón. Durante su recorrido, fue guiado por las luces de una luna plateada y el sutil resplandor de las antorchas que iluminaban débilmente las murallas de la ciudad.
Al llegar al corazón del territorio del dragón, resonaban los rugidos lejanos, reverberando con el eco por las callejuelas de la urbe. Inquebrantable, el caballero preparó su espada y aguardó a que la bestia se dejara ver.
Enfrentamiento épico fue lo que ocurrió, dicen las crónicas orales que de boca en boca han pasado a lo largo de los años, detallando cómo Blasco aguardó a que el dragón atacara primero para observar sus movimientos. Con agilidad, esquivó una acometida feroz que el dragón lanzó, estrellándose con violencia contra una de las murallas de la ciudad.
Jaume, aprovechando ese instante de vulnerabilidad, clavó su espada con fuerza en el pecho del dragón, asentando un golpe letal. La criatura cayó en un estruendo, con su aliento de fuego extinguiéndose cual llama al viento. La ciudad de Valencia dejó escapar un suspiro colectivo de alivio cuando sus habitantes salieron de sus hogares, celebrando la hazaña del héroe.
Tras haber dado muerte al dragón, Jaume Blasco fue recibido como un héroe. Las campanas repicaron con júbilo y todos en Valencia celebraron su valentía. En honor al magnífico acto del caballero, se acordó preservar el cuerpo del dragón. Para atestiguar el grado heroico del acontecimiento, las escamas del dragón fueron retiradas y conservadas como prueba del triunfo.
El dragón, o al menos lo que la tradición afirma que eran los restos del animal, fue colgado en uno de los corredores más conocidos del Real Colegio del Patriarca, lugar que durante siglos ha estado rodeado de un halo de misterio. Se transformó en un emblema de la victoria del ingenio humano y la valentía frente al caos, ya que allí permanecían parcialmente conservadas las partes del mítico animal.
Con el tiempo, la leyenda del Dragón del Patriarca se fundió con el alma de Valencia, convirtiéndose en una de las historias más entrañables de su tradición oral. No obstante, los años han pasado, las noches temibles han desaparecido, pero los relatos del dragón persisten y permanecen vivos en la memoria colectiva.
Hoy, aquellos que caminan por la ciudad antigua de Valencia observan con curiosidad el Real Colegio del Patriarca, preguntándose si alguna vez un dragón realmente habitó esas tierras. Las escamas, ahora perdidas, permanecen como un eco del tiempo, una anécdota que cobra vida cada vez que alguien recuerda al valeroso Jaume Blasco y su gloriosa batalla contra el legendario dragón que infundió miedo a la antigua Valencia.